Capítulo 12

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— Espero sea rápido —

La voz de Maximillian se ahogaba entre el ruido del motor de su motocicleta. Cada tonada se perdía por el casco de protección, haciendo a Aiden asentir, con la esperanza de no haber dicho sí a una pregunta extraña, porque después de preguntar dos veces, le daba pena pedir que lo hiciera una tercera vez.

La primera parada del viaje sería corta.

A sabiendas de la soledad de la muchacha, empezó a rebuscar piedras entre la grama del jardín delantero, ganándose una que otra frase de reproché por parte de Max al ser tan romántico-dramático.

— Si no me ayudarás, no opines — refunfuñó al hacer malabares por la caja bajo su brazo izquierdo, mientras apuntaba cuidadosamente a la ventana de la habitación de Rose — Solo intento tener un gesto lindo —

— Yo testificaré a favor de ella cuando rompas el cristal, solo digo — decidido a acelerar el proceso, usó la bocina de su moto, provocando que la última piedrecita de Aiden cayese dentro de la habitación de la chica, pues Rose abrió su ventana evidentemente furibunda por ser molestada a esa hora de la noche.

— ¿Max?, ¿Aiden?, ¿qué hacen aquí? Creí que tenían una importante salida — Miró al par de chicos en su entrada principal, sin ánimos de bajar los escalones para recibirlos, les cuestionó con una mirada. Primero, el motivo de su presencia y segundo, por qué Maximillian llevaba a Aiden. Vestida únicamente con un pijama rojo de estampados de sandías, se negaba a enseñar un lamentable aspecto, en especial al menor de los Dagger.

— ¡¡Rose!! — Vociferó contento, ignorando la mueca de enfado en los labios rosas de su amiga — Conseguí que Max me diese un aventón — explicó, leyendo perfectamente las palabras no dichas por ella. Sostuvo la caja con ambas manos tras posarla sobre su cabeza — y como pasamos por aquí, pensé en traerte un regalo. ¡Son chocolates!, podrían ayudarte a mantenerte despierta. ¡Aprobarás todo!, ¡Tú puedes! —

— ¿No es un trato muy injusto? — Con la mano en la barbilla, Max debatía el pasado consigo mismo — A ella le traes chocolates, y a mí solo me pasas regañando. ¿Por qué tanta desigualdad?, ¿Eres machista?, a mí también me gustan las flores y los chocolates —

— Rose está trabajando duro por su promedio para la Universidad, tú solo quieres chismorrear sobre la vida de otros — Aiden se defendió, sintiéndose insultado por las acusaciones de su compañero de club y amigo, amigo que no podía definir como tal porque seguramente le llevaría la contraria.

— ¿Qué dices?, claro que es importante para mi carrera — Enaltecido, se expresó con orgullo de su labor en el periódico escolar.

— No hay licenciatura en chismología, lamentablemente —

— Sí, sí hay, se llama periodismo —

Apoyando la frente en la caja resguardada en sus manos, suspiró — Discúlpate con los periodistas — exigió en un tono de pena — Recuerda la práctica, todas las boberías solo dímelas a mí, jamás las compartas con nadie más —

— ¿Terminaron? — Rose inquirió al presenciar la pequeña discusión ridícula de los dos muchachos. Sopló un par de mechones que cayeron por su frente, desde la moña en la que ataba sus cabellos. El aire gélido del exterior se entremezclaba con el cálido de su habitación, provocando una combinación un tanto desagradable — Debo volver a los apuntes, los libros, los vídeos... El estudio —

— Sí. Sí, acabamos... La caja te la dejaré en la entrada — Ignorando los intentos de Max por hacerle enojar, dejó la caja sobre la alfombra frente a la puerta principal — ¡Buena suerte, Rose! — se despidió de su amiga agitando los brazos, hasta que Max lo jaloneó de la capucha de su chaqueta para poder marcharse.

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