Capítulo 32

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"Necesito ayuda".

Aiden no esperaba que, tras un día entero siendo ignorado por Cherrie, la tuviese sentada en la mesa de su hogar, a las tres de la mañana, sollozando con una taza llena de atol de avena con leche. Inmersa en su propio dolor, no escatimaba en lágrimas, ahogándose en una mísera de la que nadie más era partícipe.

Aiden, le tendió una caja de pañuelos, cuando la última toallita había rodado hacia la papelera a su lado. Cuidadosamente siguió asistiendo la inflamada mejilla de Maximillian, quien se quejaba con leves gemidos por el dolor, tentado en alejarse con cada golpe frío en su pómulo.

— Entonces... ¿Me dirán que sucede? — Cuestionó, preocupado por el sepulcral silencio. El sonido del reloj en la pared le tenía con los nervios propagándose en su piel, dándole una apariencia escamosa.

Cheshire, ocupado en sus propios menesteres, se acercó a su esclavo, ronroneando contra las patas de la mesa del comedor, sin llegar a rozar su cuerpo con el de Aiden, clamando a su frívola manera por un poco más de comida nocturna. La invasión de los hijos Dagger era prescindible para el felino.

— Hijo, ya no puedo darte de comer, vas a explotar — Aiden se quejó al darle un empujoncito con la mano, esquivando el ataque de las garras de la minina, quien se marchó furibunda por los tratos descuidados hacia su hambre.

— La señorita Dagger se peleó con nuestros padres — Max, rozando con cuidado su helado y adolorido cachete con las yemas de sus dedos, fue el primero en explicarle.

Cherrie elevó la cabeza, removiéndose el llanto con la palma de las manos. La tristeza pareció diluirse ante la voz de su hermano — Ellos quieren que estudie leyes — replicó, ofuscada — No voy a estudiar derecho... ¡Yo quiero — la repentina explosión de emociones que se desataba en su garganta, murió antes del impacto final.

Aiden asintió, leyó la respuesta más obvia, la que ella no pudo decir — ¿Estudiar belleza? Desde mi punto de envidia, es admirable que tengas un sueño — le dedicó una pequeña sonrisa, antes de jalonear la mano de su amigo para seguir rozando el paño frío sobre su inflamación — Entonces Max, ¿a ti por qué te pegaron? —

— El idiota se metió, porque papá quería golpearme a mí — La fémina respondió por él antes de darle un sorbo a su humeante bebida — Yo le dije que puedo defenderme sola —

— ¿Sí? — Aiden arqueó una ceja, mirándole confuso, esperando encontrar el secreto de sus acciones — Creí que no eras de meterte en peleas ajenas, señor lobo solitario —

— No me culpes, la cobarde al fin encaró a nuestros padres y dejó de asentir sumisamente — renegó, apartando la mirada hacia Cheshire junto a la silla, quien regresaba a probar su suerte por segunda ocasión.

— ¿A quién llamas cobarde, inútil? — Exaltada, Cherrie dio un golpe a la mesa, levantándose de su asiento, haciendo a la silla tambalearse por el brusco acto — ¡Te lo dije, puedo luchar mis propias batallas! —

— Niños, niños. Silencio, mis padres están durmiendo — Aiden, dio un paso atrás, sin importarle la lucha verbal entre los hermanos. Preocupado por el acoso de Cheshire, fue a la primera alacena, sacando un par de bocadillos con sabor a atún para su adoración.

Un par de pasos desde las escaleras mandaron a callar a los presentes reunidos en la cocina. Ni siquiera Cheshire se atrevió a maullar de nuevo ante las galletitas que Aiden sostenía en su mano.

— ¡¡Nathan!! — Roy entró gritando contento con las manos alzadas, sonriendo enérgicamente pese a traer la sábana enredada en el tobillo derecho — Na... — la risa se esfumó apenas examinar a los tres chicos sentados en el comedor.

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