Capítulo 13

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El mensaje de Maximillian era claro: Son las una en punto, voy a dejarte.

Aiden, muy firmemente y sin dudas, escribió su respuesta: Me quedaré.

A veces no hay segundas oportunidades en la vida, según su lema, prefería vivir lamentándose lo que hizo, a lamentar lo que nunca hizo.

Aiden estaba seguro, iba a doler y, aun así, tercamente se lanzaba al abismo. Quizá muy literalmente, considerando que estaba sentado en las tejas de la casa, batallando con los nervios por la sensación de poder caer en cualquier segundo, lo percibía en la planta de los pies, con cada azote del viento entre sus cuerpos, su pecho se encogía.

— ¿Asustado? —

La respuesta era bastante obvia, pues a simple vista se notaba el color de los dedos de Aiden tomar un tono rojizo, a veces blanco, mientras se aferraba a las tejas a su alrededor, ignorando su bebida.

— ¿Lo parezco? — Con los labios temblorosos esbozó una escueta sonrisa, dolorosamente fingida.

Nathan, sentado tranquilamente en su lugar, se notaba algo adormilado. Quizá por ello buscaba molestar a Aiden, como forma de divertirse un poco — No me hagas contestar lo obvio —

— ¡Entonces no me preguntes lo obvio! —

Aiden quería usar de consuelo el que la vista fuese preciosa, desgraciadamente para suma de sus males, lo único perceptible, era un gigantesco campo de vegetación, las copas de los árboles, eran cubiertas por el baño de la luna, emitiendo un aura de peligro, misterio y cierto terror, según su perspectiva, pues siempre fue alguien miedoso.

— Si no te gustan las alturas, ¿por qué me sigues? —

Rememorando sus últimos minutos en tierra, recordó el gustoso sabor de su quinto jugo de naranjas falsas en su paladar, el cambio de género musical a uno mucho más callejero, de letras sucias y mucho Auto-tune, uniéndose a los gritos de furor, consiguiendo un ambiente de euforia, muy contagioso. Casi atraído por los demás, fue detenido por el tirón de Nathan en su ropa, indicándole que le siguiera.

Vaya tontería estuvo por cometer, invitar a Nathaniel a bailar le hubiese hundido en una triste miseria.

— Porque me gustas y soy tonto, las dos combinaciones no son muy buenas — el sabor del jugo acompañaba sus labios, y el frío calaba entre sus dedos, lastimándolo — No estoy intentando impresionarte, solo es mi egoísta interés por pasar tiempo contigo — abrazó sus muslos, atrayendo sus piernas a su torso.

Del bolsillo de su chaqueta, Nathan sustrajo una lata de jugo, tendiéndosela a Aiden, volvió a recostarse boca arriba en su lugar, utilizando sus manos de almohada.

— Supongo que lo entiendo. Al final, el amor no correspondido apesta —

— A veces es una bebida fría que se bebe a la intemperie de una noche de otoño — Murmuró, acariciando con sus pulgares la lata, agradeciendo el gesto de Nathan - Sí, definitivamente apesta, pero algún día podría ser una taza de chocolate caliente —

— No voy a usar metáforas para hablar de amor contigo —

— Gracias al cielo — Abrió la lata, dando el primer gran trago — Porque empezaba a darme pena —

El silencio de ambos era igual de agradable que el sabor falso y puramente dulce deslizándose por los rincones de su boca, desde arriba se podían apreciar a algunos invitados rezagados en el patio, inmersos en sus propios grupos.

— No voy a cargarte si te duermes — Aiden pinchó con su dedo índice la mejilla derecha del chico, ansioso por el miedo a ser el único consciente.

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