15. False God

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Encuentro la religión en tus labios a pesar de que sea un dios falso...

Escapar fue mi mejor solución para esa noche, estaba completamente avergonzada por lo que había pasado pero más, por el rechazo.

Dios, él no quiere nada conmigo y yo termino refregándome contra él.

¿Qué tan patético es eso?

No obstante, por mucho que quisiera evitarlo para el resto de mi vida, la realidad es que tuve que verlo más pronto que tarde, muy a mi pesar.

— ¿Todo bien? — sonríe para besar mi mejilla y tomar mi maleta para guardarla en la guantera del auto. — Espero que no te moleste pero invité a mis amigos, nos verán en el aeropuerto.

— Claro.

Es lo único que sale de mi boca fingiendo indiferencia cuando la realidad es que por dentro moría de nervios, no quería sacar el tema a flote pero sentía que debía hablarlo.

¿Por qué hice las cosas complicadas?

Quizás solo deba fingir demencia o es lo que Charles hace cuando se sube a su vehículo como si nada para ponerlo en marcha. Durante el viaje Charles se encuentra más parlanchín de lo usual mientras yo en un principio soy monosílaba ante mis respuestas para finalmente relajarme y terminar hablando con fluidez.

— Entonces el chico de Londres quería que regresara por un papel que ya estaba hecho y firmado. — le explico a medida que muevo mis manos notando como me mira atento. — Fue un idiota, él gritaba y yo solo le decía dónde estaba, hasta que lo encontró y solo cortó.

— ¿Es tu jefe?

— ¡No! Es un idiota que se cree mejor que yo por ser hombre. — lamo mis labios al sentirlos secos para finalmente suspirar. — Básicamente cuestiona todo lo que hago y se supone que trabajamos en los mismos rangos, quiere mandarme y modificar lo que hago.

— ¿Estás bien con eso?

— No, lo detesto pero queda poco ¿No?. — cuestiono arrugando mi nariz para girarme a verlo. — Espero terminar el proyecto antes de que mi puño termine en su mejilla.

— Yo también lo espero, o será mi puño el que se estrelle en la mejilla que no golpees.

Ambos reímos suavemente y mantenemos silencio cuando notamos que estamos llegando al aeropuerto. Una vez en la pista, tomo una chaqueta de Charles que me tiende cuando nota que el viento es muy fuerte y hace mucho frío, la verdad no pongo resistencia al sentirme cálida y tranquila al tener su olor cerca.

Saludo a todos con un pequeño abrazo cuando nos vemos, agradecía poder haberlos conocido antes porque así este viaje no sería tan incómodo, por lo que, cuando subimos al jet privado de Charles, cada uno se distribuye de la forma más cómoda posible para este nuevo viaje a Hungría. Y aunque mi mente le gustaría estar conectada acá, me encuentro contestando correos y mensajes en cuanto subo al avión, como había dicho, mi compañero de trabajo me intentaba hacer mi trabajo cada vez más difícil, en especial ahora, que sabía que no me encontraba en el país.

— Veo como sale humo de tu cabeza. — me molesta Charles provocando que lo mire sin entender. — Él te puede molestar cuando llegues a Londres, por mientras puede resolverlo solo.

Asiento insegura dejando mi teléfono a un lado y me involucro en las conversaciones de los amigos de Charles, estoy segura que ellos conocen a esta nueva versión de Charles mejor que yo, así que solo me dedico a poner atención ante sus comentarios sobre el monegasco.

— ¿Está todo bien? — pregunta Charles en mi oído a medida que yo asiento, aún así mis ojos se cierran lentamente. — Ven vamos.

No digo nada cuando toma mi mano para dirigirme hacía una pequeña habitación que trae una cama, lo miro extrañada hasta que palmea la cama y no me queda otra que acostarme en ella, es decir, no me iba a resistir a dormir.

Say Don't GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora