Alessia y Charles son mejores amigos desde pequeños, pero cuando un corazón roto hace que Alessia se aleje de los Leclerc, el destino los vuelve a unir.
"¿Es una locura pedirte que finjas ser mi novia?"
Wow, ¿qué puede salir de bueno de esta petició...
"Soy tuya pero tú no eres mío, no sientes lo mismo"
— ¿Qué haces acá? — susurró frunciendo el ceño molesta, para mirar nuevamente mis planos cuando él me mira.
— No contestas mis llamadas. — murmura provocando que levante la vista al sentirlo cerca. — Vine a verte.
— ¿No crees que no contestar es una señal de que no quiero verte?
— ¿Por qué?
— ¿Por qué? — pregunté atónita casi riendo ante su descaro. — ¿Qué clase de broma es esta?
— Bella...
— Tú eres un idiota, fuiste un idiota. — lo señaló con mi dedo molesta e intentó controlar mi tono de voz. — ¿Cómo pensabas que me iba a quedar después de todas las mierdas qué dijiste de mí?
— ¿Qué?
— No voy a hablar aquí contigo.
— Bella...
— Soy Alessia para ti y puedes tomar todas tus palabras de mierda e irte directo a ella, tengo que trabajar.
Es lo último que digo para sentarme, no había notado en el momento que me había parado pero sentía que me iba a desvanecer en cualquier momento, por lo que, cuando él se va es cuando me permito tranquilizarme o un intento de ello porque mi mente no para de hacer ruido.
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El último día de trabajo me había dejado agotada pero estaba ansiosa por el fin de semana y los planes que quería realizar. Había decidido pasar el día conmigo como una forma de cuidarme, comer algo rico, tomar algo tranquilo y ver una película que probablemente me haría llorar.
Mi vida amorosa era tan patética como yo...
Deslizó mis pies en mis pantuflas cuando el timbre de mi hogar suena, mi aspecto era relajado o más bien decir, un absoluto desastre para recibir cualquier visita, por lo cual rezaba que fuese el repartidor de la comida china que había pedido. Tomó mi teléfono de celular al escucharlo sonar para ver un mensaje de Arthur y finalmente abrir.
— ¿Qué haces acá? — es lo primero que murmuro cuando lo veo y quiero golpearlo cuando entra a mi casa sin permiso. — ¿Qué crees que haces?
— ¿Ahora podemos hablar?
— No.
— Podríamos salir como los viejos tiempos si no quieres acá. — murmura desesperado provocando que frunza el ceño molesta.
— No lo creo.
— ¿Por qué? — exclama frustrado mientras yo cierro la puerta para cruzarme de brazos.
— Porque no estamos en los viejos tiempos. — respondo simplemente mientras él espera que continué pero no digo nada más.