Que tu hijo prefiera trabajar con un mafioso en vez de elegir una empresa honrada, era duro.
Que dejara la casa para irse a vivir con él, era como una patada a todos sus instintos de padre, y que le dijera antes de salir por la puerta con su maleta, que, si alguna vez empezaba a creer en su palabra, ya sabía dónde encontrarle, fue como la guinda del pastel.
¿Por qué siempre se había revelado tanto en su contra? ¿Por qué se pasaba el día diciéndole mentira tras mentira? Incluso le había llevado a un psiquiatra para ver lo que estaba mal, y el psiquiatra sugirió... bueno, sugirió algo que a Javier todavía le dolía recordar.
¿Dónde le dieron a ese tipo la titulación para decirle que quizá fuera él el que tuviera un problema que necesitaba tratamiento?
Ahora que se había ido Javier, se daba cuenta de que habían roto el último cordón que los unía, y que seguramente la próxima vez que lo viera, sería en prisión.
Intentando averiguar si había algo más que pudiera haber hecho, se quedó mirando el mapa antiguo en la pared detrás de su escritorio.
Oscar le había dicho que era auténtico, pero eso era imposible. Una buena imitación, si, pero no original. Oscar había tenido unos 16 años cuando se lo regalo y a Javier le hizo mucha ilusión porque a pesar de ser una reproducción era muy bonito. Y una copia tan buena debió costarle 300 o 400 € de sus ahorros. El auténtico por lo menos costaría 20.000€.
Algo parecido se podía decir de los libros y los cuadros que durante todos esos años le había regalado. No había forma de que fueran auténticos. Si fuera así, tendría en su casa artículos por valor de varios millones de euros.
Cansado, se sentó en el sillón detrás del escritorio cuando sonó su teléfono.
- ¿Dígame?
- Tenemos a tu hijo. Si quieres volver a verlo con vida, dígale al Dragón Negro que elimine las pruebas del caso de subasta de menores. Si acude a la policía, lo sabremos y tu hijo morirá. Tiene 24 horas.
Javier tardó unos segundos en entender la voz robótica que le hablaba desde el otro lado de la línea y cuando fue a decir algo, ya le habían colgado.
Habían secuestrado a su hijo, habían secuestrado a su hijo... Hacía unos minutos había salido de allí ¿Cómo podía ser?
Habían secuestrado a su hijo. Su hijo estaba en peligro.
¿Quién demonios era el Dragón Negro y qué tenía que ver con Oscar?
¿Y con la subasta de menores?
Él había oído las noticias en los informativos y había sido un gran escándalo. Empresarios, policías e incluso algún político había sido detenido después de demostrarse que, de una forma u otra, habían tenido algo que ver con la red donde un montón de niñas habían sido secuestras y vendidas como si fueran pedazos de carne.
¿Y querían que alguien eliminara las pruebas en su contra? Si dependiera de Javier, esos tipos tendrían una muerte horrible. Pero si quería ver a Oscar con vida, esa información debería ser eliminada.
No tenía sentido, pero necesitaba ayuda.
Empezó a marcar el número de la policía cuando se acordó que le pidieron que no lo hiciera. Si esto tenía que ver con lo de la subasta de niñas, había policías implicados. Si había policías que todavía no habían sido descubiertos, matarían a Oscar. Pero ¿A quién podría acudir? ¿Y quién era el Dragón Negro?
Dante tenía que saberlo. Él era el socio de Oscar. Tenía que saber quién era el Dragón Negro.
Pero Javier no tenía su número. Nunca tuvo la intención de hablar con esa sabandija.
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La protección de un Dragón
RomanceCuando Dante era solo un niño, le hizo una promesa a su nuevo amigo. Que los protegería a él y a su padre. No sabía que esa promesa guiaría el resto de su vida, aunque no siempre le fuera fácil. Su decisión lo llevaría a poner en riesgo, no solo su...