Parte 25

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Esta había sido la idea más idiota que había tenido en su vida.

Bueno. Quizá enamorarse de un idiota superdotado dos décadas más joven que él, había sido incluso peor idea, pero por ahora estaba intentando dejar de pensar en ello.

Llevaba dos horas en el prostíbulo al que solía ir rodeado de preciosas chicas y todavía ninguna había captado su interés.

Si, eran bonitas. Si, tenían un cuerpazo y pechos enormes y era un disfrute para la vista... Pero no tenía ganas de follarse a ninguna.

¿Había algo más patético que un hombre sano rodeado de Diosas esculturales a las que no quería follar?

Y cuando vio a alguien conocido entrar por la puerta, fue incluso peor.

- ¿Qué haces aquí?

- Solo pasaba por aquí. – Dijo Oscar con las manos en los bolsillos.

La chica que estaba sentada en su regazo, miró a su hijo con deseo.

Javier la empujó a un lado con suavidad, y se levantó.

- Si quieres, puedes sentarte a la mesa. Las copas corren de mi cuenta esta noche. Pero no te excedas. Mañana seguro que tienes trabajo.

- ¿Ya te vas?

- Quizá a ti te haga ilusión ver a tu lamentable padre que tiene que pagar para echar un polvo, pero a mi no me gusta tener espectadores. Y dile a Dante que deje de vigilarme. A él no le interesa lo que hace un viejo hetero.

- Dante no sabe que estás aquí.

- Entonces ¿Tu también te dedicas a espiarme? Estupendo. Ahora mi vida es una especie de reality decadente.

- Kurama me dijo lo que pasó.

- Kurama tiene la lengua un poco suelta para ser un electrodoméstico.

- Solo está preocupada por ti. Creo que le caes bien.

- ¿Y por eso has venido? ¿Por qué vuestro cafetera está preocupada por mi?

- Será mejor que no te oiga decir eso. Es un poco sensible con su condición de IA sin cuerpo tangible.

- Lo que sea. – Dijo dándose la vuelta para salir a la calle. – De todas formas, no estaba de humor.

Oscar salió detrás suya.

- Si no estabas de humor ¿Por qué viniste?

- Son chicas bonitas, con buena conversación... justo como me gustan. Y ellas nunca me dicen que no. Deberías de saberlo, ya que como me dijiste, Dante eligió este prostíbulo especialmente para mi.

- ¿De verdad te gusta Dante?

- ¿Qué más da quien me guste? Solo soy un pobre cuarentón destinado a estar solo.

- Esto es ridículo. Dante te ama más que a nadie en el mundo.

- Lo sé... Pero eso a veces no es suficiente.

- Y eso ¿Qué significa?

- Tu madre también me amo. Me dijo que me amaba mucho mientras cogía sus maletas y... - Javier levantó la mano señalando a la concurrida calle con la palma abierta. – Se largó. Al poco tiempo estaba casada con un hombre más viejo, más calvo, y más gordo que yo. Y debe ser feliz porque "aunque me amaba tanto" nunca giró su cabeza de nuevo para mirar atrás. Y después de ella, me han amado muchas mujeres... Algunas durante unas semanas, otras durante unos meses... Una incluso me quiso matar... - Javier se rio tristemente. – Si... Me han dicho que me aman muchas, muchas veces. Pero nadie se ha quedado a mi lado nunca. Por eso me gustan las prostitutas. Ellas puede que me digan que me aman, pero... por lo menos a ellas no necesito creerlas.

- Lo siento. Sé que mamá se fue porque no quería ser madre.

Javier lo miró serio.

- ¿Oíste eso?

- Si.

- Olvídalo. Eso solo fue otra escusa que se inventó. El hombre con el que se casó era viudo y no tuvo problema en criar a sus cuatro hijos. Solo se fue porque yo fallé como marido. Siempre fallo.

Andando habían llegado hasta el coche de Javier.

- Y dile a Kurama que estaré bien. Siempre lo estoy. Y que es bonito saber que alguien se preocupa por mi... Aunque sea un IA sin cuerpo tangible.

La protección de un DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora