Parte 5

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Javier odiaba la lengua viperina de ese tipo, y que siempre permaneciera tranquilo, mientras que él deseaba poder arrancarle su piel a tiras.

No era justo.

Además, desde que había pegado el tirón en la adolescencia, no había dejado de crecer y ahora tenía una gran espalda y un montón de músculos que seguro que había conseguido golpeando a gente por la calle.

¿Por qué su hijo no se daba cuenta de lo peligroso que era?

Cuando vio a Dante por la ventana alejarse en su todoterreno negro con cristales tintados, solo pudo pensar en lo típico que era en las películas que los delincuentes llevaran esa clase de vehículos.

Volvió a la cocina y se encontró a su hijo terminándose una cerveza y antes de que pudiera abrir la boca, Oscar le habló.

- No empieces, padre. No estoy de humor para hablar contigo.

- Nunca estás de humor para hablar conmigo.

- Porque siempre hablas de lo mismo y llevamos con esta conversación más de una década.

- Y tu insistes en no cambiar de parecer.

- Porque sigues equivocándote con Dante.

Javier apretó sus puños cuando volvió a chocarse con la pared que era la cabezonería de su hijo.

- ¿Por lo menos pensaras en trabajar para la empresa que te recomendé? Sus programas se usan en todo el mundo y están muy interesados en ti.

- Por supuesto que están interesados en mí. Dante y yo les tuvimos que solucionar sus problemas en un programa cuando estaban a punto de lanzarlo al mercado con un millón de fallos que los hubieran llevado a la ruina.

- Sabes que eso nunca ha pasado y un ingeniero informático como tu no puede estar reparando ordenadores en empresas de tres al cuarto y estar satisfecho ¿Cuándo vas a dejar de inventar cosas?

- Eso no es lo que hago y no invento cosas. Dante y yo tenemos una empresa importante de programación y no reparamos ordenadores.

-No me hagas reír. Él ni si quiera fue a la universidad, ¿Cómo va a programar nada y que funcione correctamente? ¡Deja de protegerlo!

Oscar miró a su padre con algo parecido al odio.

¿Qué lo deje de proteger? Dante era el que le protegía, y lo hacía desde hacía años. No había nada que Dante no hubiera hecho para ayudarlo y oír a su padre hablar de alguien que había estado siempre para él como si fuera una mierda mal oliente, era como si clavaran una estaca es el corazón.

Su padre seguía sin creerle aun después de la cantidad de años que habían pasado, y eso dolía cada vez más.

- Está bien. No me creas. Solo espera un momento.

Oscar salió de la cocina y volvió con su última declaración de la renta impresa, poniéndola delante de los ojos de su padre.

-Diles a los de esa empresa que si superan lo que gano al año con Dante, me plantearé su oferta.

Los ojos de Javier se abrieron como si fuera un búho.

- ¿Eso es lo que ganas?

-Nos buscan empresas de todo el mundo y si no aceptamos ningún cliente nuevo, DN tendrá trabajo los próximos 5 años.

- ¿Y esto...?

Antes de que Javier siguiera hablando, Oscar le interrumpió.

-Si, padre, es completamente legal. Pagamos impuestos y no rompemos ninguna ley.

La protección de un DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora