Javier observaba a Ajax y a Alessia mientras miraban con la boca abierta a Dante en su práctica de combate.
Entendía como se sentían. Era como estar en una película de acción y estuvieran viviendo en la casa del protagonista.
Javier miró a Dante intentando desentrañar el gran misterio que era.
Solo estaba combatiendo con alguien del equipo, pero, por alguna razón, su forma de pelear y de moverse le llamaba la atención, pero aún no sabía por qué.
- Lo vas a desgastar de tanto mirarlo. – Dijo Oscar a su lado.
- No creo que nada pueda hacerlo. Es demasiado bueno en todo lo que hace para que algo así le afecte.
- ¿Has pasado de odiarlo a muerte a ser su fan? Ya te lo he dicho. No es tan duro como parece. En el fondo es un tipo sencillo que quiere cosas sencillas.
- Yo no lo definiría exactamente como sencillo. Cuando más sé de él, más complejo me parece.
- Eso es porque solo ves su parte superficial.
Javier miró a su hijo no comprendiendo lo que le quería decir.
- ¿La parte superficial?
- Ya sabes. Su trabajo, sus méritos... Eso es lo que hace, no lo que es. Es extraordinario, sin lugar a dudas, pero, al fin y al cabo, no dudaría en abandonarlo todo y hacerse químico, médico o amo de casa si pensara que así cuidaría mejor de nosotros.
Javier lo miró sorprendido.
- ¿Por qué haría algo así?
- Porque, para él, lo más importante es su familia, y hará todo lo que sea necesario para mantenerla a salvo.
Javier ya sabía esa información, pero era una pieza de puzle que no sabía dónde encajar y solo consiguió estar todavía más confuso.
Salió al jardín y se dedicó a mirar el paisaje sin verlo durante bastante rato.
- ¿Sucede algo?
Dante había notado el momento que se había ido del dojo, pero se había negado a seguirlo como un idiota enamorado, por más que fuera cierto, pero no podía negar sus instintos más de lo que podía dejar de respirar, y había acabado yendo a buscarlo.
Javier negó con la cabeza.
- Solo estaba pensando... ¿Por qué yo?
- ¿Por qué tú?
- Tengo edad para ser tu padre, ni si quiera estoy ni medio en forma o soy agraciado. Como padre de tu mejor amigo y como humano, soy un desastre que deja mucho que desear y como empresario... Bueno, con 16 años ya tuviste más éxito del que yo tendré en toda mi vida, así que no estoy seguro de que sea algo digno de admirar. Por eso me estaba preguntando ¿qué ves en mí?
Javier lo miró y era como ver una estatua de piedra.
- ¿Cómo...?
- Puede que no tenga tu coeficiente intelectual, pero dame un poco de crédito. Hasta un idiota como yo puede darse cuenta de que cuando le regalas a alguien millones en literatura y obras de arte, es por una razón, y ya que no creo que tenga algo más que ofrecerte, solo queda una cosa... Además, le pedí a Kurama que me dejara volver a ver la grabación del rescate de Oscar... y oí cuando Oscar me llamó tu novio.
Sentía vergüenza ante sí mismo al admitir que le había costado mucho más tiempo de lo necesario darse cuenta, pero al fin había visto la imagen general, aunque aún hubiera piezas que no encajaban.
Javier le dio un poco de tiempo, pero Dante no parecía que fuera a decir nada.
- ¿Por qué yo? – Repitió Javier.
- Cuando Oscar y yo hablábamos de pequeños, siempre me contaba cosas sobre ti, sobre cómo te esforzabas en cuidar de él tu solo y como no sabía qué hacer para ayudarte. Por aquel entonces, yo pensaba que los adultos se podían cuidar solos y que era ridículo que quisiera hacer algo así por ti, pero Oscar me caía bien y quería ser su amigo, así que le prometí que cuidaría de ti pensando que no tendría que hacer gran cosa. Y cuando empecé a conocerte y ver lo que él veía... antes de darme cuenta... no podía dejar de pensar en ti.
- Y me has estado ayudando desde las sombras durante años. No soy un perro perdido, ni un huérfano ¿Sabes?
- ¿Solo los perros perdidos y los huérfanos tienen derecho a ser cuidados y amados?
- Sabes a lo que me refiero.
- Yo no te veo ni como una cosa ni como la otra.
- ¿Estás seguro? Porque creo que así es exactamente como me ves.
- A ningún perro, ni a ningún niño querría hacerle lo que quiero hacerte a ti, así que quítate esa imagen porque te puedo asegurar, que no concuerda con lo que tengo pensado.
Javier se sonrojó.
- Pero tranquilo. Se exactamente cuál es tu tipo. Rubias, piel clara, ojos azules, pecho grande, más pequeñas que tu...
Dante señaló su cuerpo forjado por el ejercicio y horas de entrenamiento.
- Ya tengo asumido que no hay forma de que yo sea lo que quieres, así que ni si quiera lo pienses.
- ¿Qué no lo piense? ¿Así es como haces las cosas? ¿Ignorándolas?
- Solo cuando no las puedo cambiar ¿O me vas a decir que después de averiguar que estoy enamorado de ti, te has vuelto bisexual de repente? No es así como funcionan las cosas. Tú eres hetero y te gustan las mujeres. Yo soy gay y me gustan los hombres. Podría jugar con tu mente y hacerte creer que soy tu persona ideal hasta meterte en mi cama, pero sería una mentira que no duraría mucho tiempo y acabarías odiándome. Ya he pasado por ello durante años y no quiero volver a estar en esa posición. Además, nunca me conformaría con ese tipo de relación endeble... Yo quiero algo más fuerte que eso. Yo quiero...
- Una familia... - Terminó Javier por él.
- Exacto. Una familia.
- Es curioso. Cuando me casé, era justo eso lo que estaba buscando. Una familia que estuviera junta pasase lo que pasase.
- Concepto adecuado. Sexo equivocado. Supongo que es decepcionante que la persona que te puede ofrecer todo eso sea el tipo justo contrario a lo que siempre habías soñado. A veces el destino tiene una forma curiosa de jugar sus cartas.
Dante volvió a entrar al dojo para seguir entrenando y Javier se quedó un rato más pensado.
No había nada que él pudiera hacer.
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La protección de un Dragón
RomantikCuando Dante era solo un niño, le hizo una promesa a su nuevo amigo. Que los protegería a él y a su padre. No sabía que esa promesa guiaría el resto de su vida, aunque no siempre le fuera fácil. Su decisión lo llevaría a poner en riesgo, no solo su...