Parte 19

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Tiempo después, vio a los equipos irse y supo que el entrenamiento había terminado por hoy. Cuando fue a entrar al dojo, escucho la voz tranquila de Dante que hablaba con alguien.

- ¿Cuántas veces te lo voy a tener que repetir?

- ¿Por qué eres tan cabezota? Somos muy compatibles en la cama y podemos pasar un buen rato.

- Miguel, me acosté contigo porque era necesario para la misión. Lo sabes.

- ¿Dime que no lo disfrutaste?

Dante suspiró.

- No se trata de si lo disfruté o no. Te considero mi amigo, y no quiero que eso cambie hacia ninguna otra cosa.

- ¿Es por ese viejo? Sabes que no tienes ninguna oportunidad con él.

- No metas a Javier en esto. No tiene nada que ver con lo que estamos hablando.

Miguel se rio.

- Por supuesto que lo tiene. ¿O crees que engañabas a alguien cuando apretabas los dientes para no gritar su nombre cuando te corrías? Que sepas que eso hería mi orgullo cada vez que lo hacías.

- Si lo sabes ¿Por qué insistes?

- Porque nadie folla como tú. Mierda, ni si quiera suelo ser el de abajo y por ti me tatuaría una diana en el culo.

- Búscate a otro.

- No quiero a otro, te quiero a ti. – Dijo Miguel poniéndole la mano en el pecho.

Dante le apartó la mano.

- Te lo he dicho. No me interesa tener sexo porque que si.

- ¡Y me vas a decir que llegaste virgen hasta la misión!

- Por supuesto que no. Cuando quiero tener sexo, lo tengo, pero con la condición de que la otra parte sepa que solo es cosa de una vez. Empezar una relación cuando quiero a otro, no tiene sentido.

- ¡Conmigo tendrías sexo siempre que quisieras! Solo tendrías que decírmelo y follaríamos hasta quedar satisfechos.

- Eres parte del equipo. Yo no jodo con el equipo.

- Ni si quiera por esto.

Miguel sacó un blíster lleno de caramelos rojos y rosas.

- Dijiste que los habías perdido mientras escapábamos de la isla.

- ¿Perder una bolsa llena de los afrodisiacos más alucinantes que he probado nunca? Si lo hubiera hecho sería el idiota más grande del mundo.

- ¿Por qué no los entregaste cuando llegamos?

- Porque hubieran sido pruebas y es un desperdicio que se queden guardados en un armario. ¿Dime que tu no estás deseando volver a disfrutar de horas y horas de sexo loco y descontrolado como cuando estábamos en la isla?

Dante le sonrió conspirador... Antes de quitarle la bolsa de las manos y inmovilizarlo boca abajo en el suelo con el brazo en la espalda.

- No me gusta los que se saltan las normas para su propio beneficio y mucho menos los que intentan manipularme para conseguir lo que quieren. Ahora, lárgate o la próxima vez me enfadaré, y sabes que no soy agradable cuando lo hago.

Miguel se levantó rápido y se fue.

En ese punto sabía que Dante no cedería y no había nada más que hablar.

Cuando Miguel se fue, Javier entró en la sala.

- ¿Tomasteis drogas? – Preguntó Javier directamente.

La protección de un DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora