Parte 6

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Dante abrió un ojo pesadamente cuando oyó un pitido irritante y vio el mensaje que llegó a su móvil desde Kurama, su programa de inteligencia artificial que él mismo había creado, y no le sorprendió en lo más mínimo lo que vio.

Aunque su cabeza aun zumbaba por la resaca, se levantó con dificultad y entró en la habitación de su amigo sin llamar.

- ¿Estás vivo?

- No... -Gruñó Oscar desde debajo de la almohada que le tapaba la cara. - Ten compasión de mí. Necesito dormir.

-No te preocupes, - dijo Dante descuidadamente mientras bostezaba ruidosamente. – Después de esto se te va a quitar el sueño de golpe. Tu padre ha hablado con un detective de policía de la sección anti bandas para que me investigue.

Javier se incorporó de golpe haciendo que la habitación girara a toda velocidad y tuvo que volver a tumbarse agarrándose la cabeza.

- Mierda. ¿dime que no hablas en serio?

- Sabíamos que esto iba a pasar eventualmente.

- ¿Qué alega?

- Que me vio salir de un club de estriptis con unos tipos armados vestidos de negro y que seguramente son los responsables de mis ingresos alarmantemente elevados. Convenientemente, se olvidó de decir que tú nos acompañabas al salir del club o que eres mi socio.

- Joder, para una vez que nos emborrachamos... Ni si quiera nos deja tener una resaca en condiciones.

- Tranquilo, por mucho que investigue no va a encontrar nada. Nuestra empresa es tan pura que el Vaticano nos tiene envidia, y el trabajo que yo hago con Andrés, está demasiado cuidado como para que encuentre algo. Solo te he despertado para joderte un rato.

- Cabronazo. No me asustes.

- ¿Qué sería la vida sin estas pequeñas perlas de alegría?

Oscar abrió los ojos solo lo suficiente para ver a su amigo.

- ¿Estás bien?

- ¿Por qué no lo estaría? Quiero decir, ya sabíamos que me odia. Esto solo lo confirma.

Javier vio a su amigo salir de su habitación sabiendo que no era cierto y que, en realidad, le estaba sangrando el corazón.


Oscar estaba tumbado en el sofá de casa de su padre con los ojos cerrados intentando que los últimos restos de la resaca se esfumaran. Había intentado trabajar un poco, pero le resultaba difícil concentrarse con un millón de puñales atravesándole el cerebro. Además, todavía había demasiada luz para su gusto.

El programa de la empresa de seguridad estaba casi a punto. Como suponían, alguien había hecho una puerta trasera que les permitía acceder a él sin que nadie lo notara y a falta de unas cuantas comprobaciones, pronto estaría arreglado.

El problema era que como Oscar tenía en ese momento la concentración de un algodón de azúcar, no podía asegurar que no hubiera más brechas de seguridad sin estar al cien por cien.

Cuando Oscar oyó la puerta de entrada, supo que su dolor de cabeza estaba a punto de empeorar.

- Quiero que sepas que he denunciado a Dante a la policía.

- Hola a ti también, padre. Yo he tenido un gran día. De hecho, estoy a punto de solucionar un problema informático que hará que una empresa deje de perder millones de dólares. – Dijo sin abrir los ojos y todavía tumbado en el sofá.

-Tienes que separarte de él, antes de que la investigación te salpique y arruine tu vida.

- Eso no va a pasar ¿Y sabes por qué? Porque los tipos que nos acompañaban anoche eran policías de un grupo especial que trabaja de incógnito. Solo reza porque ese detective con el que has contactado no arme mucho revuelo y eche a perder años de trabajo.

La protección de un DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora