Parte 24

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Javier se quedó mirando el ordenador delante de él esperando que le viniera la inspiración para empezar a trabajar, pero no tuvo suerte.

Cada vez que miraba la pantalla, lo único que podía pensar era en Dante y como se había estropeado todo.

Javier había querido darle un poco de tiempo para que se calmaran las cosas, pero no solo no se habían calmado, si no que habían ido a peor.

Dante había estado un mes de vacaciones con los niños, dando la vuelta al mundo, y durante ese tiempo, solo le preguntaba a Oscar como les iba, pero nunca recibió algo más de información de su parte que un "bien" y una sonrisa comercial. Oscar seguía siendo terriblemente fiel a Dante.

Cuando volvieron, intentó ir a hablar con él varias veces, pero convenientemente siempre estaba reunido con unos clientes en la oficina o haciendo algún trabajo que le obligaba a estar en otro lado lejos de él.

Por lo menos, había podido ver a los niños y parecía que ellos habían crecido un palmo en el tiempo en el que habían estado fuera. Incluso Valen parecía más alto y fuerte.

También los había echado mucho de menos.

En cualquier caso, esta situación era ridícula.

¿Cuánto tiempo más iba a estar evitándole?

Javier se levantó del asiento y se puso a dar vueltas de un lado a otro de la oficina.

En un principio, Javier le estaba dando espacio, si, pero ahora todo este espacio le molestaba.

Y mucho.

Y no solo eso. Javier había notado algo.

Cada vez que tenía pensado tener una cita sexual, la primera imagen que le venía a la mente era Dante.

Y Javier se negaba a tener sexo con una mujer mientras pensaba en Dante, así que llevaba un tiempo bastante frustrado, al punto que se había apuntado a un gimnasio para quemar algo de energía.

La frustración seguía ahí, pero ahora estaba más en forma que en toda su vida.

¡Incluso tenía abdominales y eso que él odiaba hacer ejercicio!

Tenía que hablar con él como fuera, pero cada vez que se acercaba, él ya se había ido.

Siendo el Dios de la tecnología no era difícil averiguar como lo conseguía. Su coche, su móvil e incluso él mismo, tenían GPS integrados. Maravilloso para no perderte, un asco cuando no quieres ser encontrado.

Pero como le dijo a Valen, había formas de desactivar el GPS, o extraerlo.

Javier no lo dudó y le pidió a un amigo médico que se lo quitara sin desactivarlo y se lo llevó en un bolsillo.

La siguiente vez que se presentó en la casa de Dante, dejó el GPS en su casa, no llevaba móvil y había ido hasta allí en el coche del padre de uno de sus empleados, que era lo suficientemente viejo como para que su matrícula solo tuviera una letra.

Nada más entrar por la puerta, le habló a Kurama.

- Hola Kurama. ¿Ya le has dicho que estoy aquí?

Kurama suspiró dramáticamente.

- Le he mandado un mensaje al móvil, pero no lo ha visto porque los niños están durmiendo con él y lo tiene en silencio.

- Bien.

Javier subió las escaleras de dos en dos. Tenía que encontrarse con él antes de que se escabullera.

Entró a su propia habitación e intentó abrir la puerta que comunicaba sus habitaciones, pero estaba cerrada.

- Abre Kurama.

La protección de un DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora