Cuando Javier abrió los ojos, lo primero que pensó fue que esa no era su habitación.
Instantáneamente recordó como los habían secuestrado.
- ¡Valen! – Intentó gritar, pero su voz sonó afónica mientras se incorporaba.
- Está a salvo. – Dijo Oscar sentado a su lado. – Dante le ha convencido que vaya a casa con los niños porque ninguno se quería separar de ti. Túmbate. Necesitas descansar.
Quizá podría haber discutido con su hijo, pero su cuerpo protestaba suficiente como para saber que tenía razón.
Javier cerró los ojos, aliviado, mientras se tumbaba de nuevo.
- ¿Qué pasó? – Dijo Javier con voz rota. - ¿Cómo nos salvasteis?
- ¿No lo recuerdas?
Javier frunció el ceño.
En su mente estaba todo más o menos claro hasta que subieron al avión. Después de eso, todo fue como un sueño sicodélico donde todo estaba confuso.
Vagamente, recordaba al tipo que le inyectó algo... Un afrodisiaco realmente fuerte...
De repente, escenas de Dante chupándole la polla mientras que Javier agarraba su cabeza con fuerza intentando atravesarlo, pasaron por su mente y se ruborizó.
Y también le hizo a su culo algunas cosas...
¿Eso fue real?
Algo le decía que si. Y no solo eso.
La sensación de que de verdad había disfrutado lo que habían hecho le golpeó fuerte mientras se ruborizaba.
- Ya veo que si lo recuerdas. – Dijo Oscar con un suspiro.
- ¿Esperabas que no lo hiciera? – Preguntó Javier extrañado.
- La verdad es que si.
- ¿Por qué?
- ¿No odias a Dante por la que te tuvo que hacer?
Javier sintió su cara calentarse.
Si pensaba en lo que pasó, lo único que le venía a la cabeza era vergüenza, no solo por cuanto lo había disfrutado, si no como se había aferrado a Dante suplicándole una y otra vez que le hiciera correrse.
Y Dante le había complacido.
Una y otra vez, y otra vez... Y otra vez.
Javier subió las sábanas de la cama hasta que le cubrieron la cara cuando se dio cuenta de que el recuerdo estaba haciendo reaccionar su desgastado pene como si fuera un adolescente.
No era posible que, después de tanto sexo, su cuerpo no estuviera satisfecho.
Ese tipo era un genio en todas sus facetas... Y definitivamente, en la sexual, no se quedaba atrás.
- Papá ¿Estás bien?
"Papá"
Javier se estremeció. ¿Cuánto tiempo hacía que su hijo no le llamaba así?
Poco a poco, bajó la sábana y miró a Oscar.
- Estoy bien. – Dijo suspirando. – Solo un poco... muy avergonzado.
- Por favor, no culpes a Dante. Lo hizo por tu bien.
Javier no entendió bien esto último, hasta que lo pensó un poco.
- Supongo que estás en tu derecho en sentirte preocupado por mi reacción, pero no te preocupes... No voy a enloquecer y denunciarlo o algo parecido. Dante nos salvó. Y si me has llamado papá para intentar llegar a mi, no tienes que esforzarte. Ya sé cual es mi posición en tu mundo y hace tiempo que dejé de ser tu papá. Ni si quiera estoy seguro de haber merecido alguna vez ese título.
Javier le miró extrañado.
- Pero yo no te dejé de llamar papá porque no te lo merecieras.
- ¿De verdad?
- De verdad. Era porque a Dante empezó a comportarse de forma paternal conmigo cuando era todavía muy pequeño y era muy joven para llamarlo padre, y era confuso para mi llamaros a los dos papá. También sabía que a él le gustaba que le llamara así. Creo que, de alguna forma, era como si así yo fuera hijo de los dos.
- ¿Tú siempre supiste que estaba enamorado de mi?
- Era difícil no darse cuenta cuando se le iluminaba la cara cada vez que te veía, aunque lo trataras a patadas.
- Dante lo ha dejado en el pasado, pero ya veo que tu no.
- Tú no sabes las veces que he tenido que recoger sus pedazos por palabras que para ti no significaban nada.
- Ojalá pudieras perdonarme algún día.
- El pasado, es pasado. Ya no puedes hacer nada. La cuestión es, ¿Qué vas hacer a partir de ahora?
Cuando su hijo se fue, no pudo parar de pensar en lo que le dijo.
"¿Qué vas a hacer a partir de ahora?"
Javier se pasó días pensando en como iba a reaccionar cuando Dante viniera a verlo al hospital.
Era cierto que no estaba enfadado por lo que había pasado en el avión, pero la vergüenza no le dejaba pensar en nada más allá de buscar un agujero y esconderse en lo más profundo.
Pero fue inútil. Dante nunca vino.
Valen si que lo visitó, y dijo que su papá estaba preparando unas vacaciones y que no había venido porque estaba ocupado haciendo las maletas.
Si lo hubiera dicho de cualquier otro, Javier se lo hubiera creído, pero ¿Dante? Javier lo conocía ahora un poco mejor y estaba bastante seguro que tendría sus maletas y las de sus 3 hijos preparadas en poco más de media hora y sin olvidarse de nada.
Era demasiado eficiente para que fuera de otro modo.
Pero ¿Por qué había puesto esa escusa? ¿Lo estaba evitando?
¿Por qué?
Javier le preguntó a su hijo, y como toda respuesta, le llamó poco más que insensible.
- Padre, piensa un poco. De verdad que tienes ese cerebro tuyo vacío.
Lo pensó mucho, pero no sabía porque Dante no quería verlo.
Era Javier quien se había avergonzado suplicándole de forma vergonzosa que le hiciera correrse.
Qué hubiera sido por culpa de las drogas, no era excusa.
Seguramente, él debería sentirse feliz, porque, aunque fuera por accidente, y aunque no habían llegado hasta el final, había tenido la oportunidad de estar con la persona de la que había estado enamorada durante años.
¿O quizá había sido tan malo para él que Dante ya no lo quería ni ver?
Ahora que sabía como era en realidad ¿Ya no quería tenerlo cerca?
Su orgullo se resintió.
¿Tan malo fue el sexo para Dante? Nunca había tenido sexo con un hombre, pero no pensaba que hubiera sido tan malo.
No.
Recordaba perfectamente sus ojos mirándolo fijamente mientras lo masturbaba. Esa mirada hambrienta... Su voz dura...
"Córrete Javier"
"Javier, quiero follarte"
"Abre tus piernas para mi, Javier"
"Javier"
¿Cuántas veces dijo su nombre?
¿Cuántas veces lo hizo correrse mientras le decía de mil formas cuanto lo deseaba?
-Joder, ¡Soy idiota! – Dijo Javier en voz alta en su habitación vacía del hospital. – No me evita por que no quiera estar cerca de mi. Me evita porque quiere estar más cerca de mi.
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La protección de un Dragón
RomanceCuando Dante era solo un niño, le hizo una promesa a su nuevo amigo. Que los protegería a él y a su padre. No sabía que esa promesa guiaría el resto de su vida, aunque no siempre le fuera fácil. Su decisión lo llevaría a poner en riesgo, no solo su...