Parte 26

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Javier miró a los niños jugando en el jardín. Les había comprado unas pistolas de agua y estaban dando buen uso de ellas mientras corrían detrás de Oscar.

Nunca nadie hubiera dicho que esos niños habían pasado por un infierno. Era sorprenderte la resiliencia que tenían.

La alarma de su móvil sonó avisándole de que ya era la hora.

Siempre se le hacía tan corto.

Javier le hizo un gesto con la mano a Oscar avisándole de que se iba, y él se acercó corriendo con toda su ropa chorreando.

- No tienes porqué irte. Dante no te va a decir nada.

- No es por él. Todavía tengo cosas que hacer del trabajo y solo quería pasarme antes de que llevaras a los niños a bañarse.

Moviendo la cabeza, Oscar dejó que se marchara.

Incluso Javier sabía que era ridícula la escusa que tenía, pero prefería no estar allí cuando Dante saliera de su entrenamiento.

Era curioso, con tanto esfuerzo que le costó ver a Dante después de su secuestro, ahora era Javier el que no quería verlo.

Aunque Dante tampoco había hecho ningún esfuerzo por verlo a él.

Javier incluso se había llevado las cosas que había traído con el tiempo a su habitación, y ya que nunca la usaba.

Ahora, excepto los pocos momentos que dedicaba a estar con los niños, se los pasaba en el trabajo o en el gimnasio.

Quisiera decir que la rutina le había ayudado a tener una vida normal, pero lo cierto era que su nueva normalidad era pasar el tiempo pensando como un tonto enamorado en Dante... Era tan sumamente patético.


-Eres patético. El hombre que amas está ahí fuera, en tu jardín, jugando con tus hijos, y tu te dedicas a espiarlo por las cámaras de vigilancia como un acosador y saltándote los entrenamientos para hacerlo. – Le dijo Oscar a su amigo. - ¿Cuánto tiempo más va a durar esto?

-Tu padre es hetero, así que no hay nada que yo pueda hacer.

- ¿De verdad no hay nada que puedas hacer? Por qué a mi me parece que ya estás haciendo algo. Estás huyendo. El tipo que no tiene miedo a mafias, narcotraficante y terroristas, está aterrorizado de un hombre corriente que le puede romper el corazón.

- ¿Y que esperas que haga? ¿Qué me lo lleve a la cama? Y luego, cuando se dé cuenta de que le gustan más las mujeres y le dé un ataque de nervios porque le he arrebatado su virginidad ¿Qué es exactamente lo que pretendes que haga? ¿Qué le pague el psiquiatra?

- Hablas de mi padre como si fuera una quinceañera inocente, pero ¿Y si es serio y está enamorado de ti?

- Ya ha estado enamorado antes y siempre ha acabado olvidándolo.

- Como no está llorando por las esquinas por las mujeres que le han roto el corazón, supongo que esa es la imagen que da ¿Verdad? Pero, ¿Sabes? Incluso mi padre tiene su orgullo.


Javier estaba mirando el mapa antiguo que tenía en la pared del despacho de su casa de nuevo. Últimamente, se había descubierto haciendo eso muchas veces y aunque como parte de la historia era fascinante, lo que más le gustaba de él era la persona que se lo había regalado, y por eso había pensado en venderlo.

Cada vez que lo miraba era como estar lloriqueando por el ex que le dio la patada. Lo cual era lamentable, ya que ni si quiera habían empezado a salir.

Javier miró alrededor de su despacho todas las antigüedades que había... Quizá debería llamar a un subastador y que se las llevara todas.

Iba a ser una pena deshacerse de ellas, porque eran tesoros increíbles que cualquier aficionado a las antigüedades amaría tener y normalmente solo vería en museos, pero si la edad le había enseñado algo era que aferrarse a lo que no podías tener, no servía de nada y cada vez que las miraba, era lo que hacía.

Javier se frotó el pecho como si así pudiera librarse del dolor en él.

No funcionó.

- ¿Cómo estás?

Javier se dio la vuelta y vio a su hijo en la puerta del despacho. Podría decir que le sorprendió no haberlo escuchado entrar, pero ¿A quién quería engañar? Seguramente, la única forma de haberlo notado es que hubiera puesto una bomba y, aun así, tenía sus dudas. Así de lamentable era su atención últimamente.

Javier pintó una sonrisa en su cara para recibir a su hijo.

- Bien. Estaba pensado que quizá debería vender esta casa y comprar algo más pequeño. Ahora que te has ido, es muy grande para mi.

No había pensado en ello, pero ahora que lo decía en voz alta, le parecía una buena idea.

Quizá debería buscar un ático en el centro, algo más moderno y minimalista... Donde no cupieran todas esas antigüedades.

- ¿Estás seguro? Siempre te ha gustado mucho esta casa.

Javier miró a su alrededor y suspiró.

- Estoy seguro. Creo que es hora de un cambio.

- Si es lo que quieres, me parece bien, pero antes de decidir nada, me gustaría que habláramos.

- ¿Hablar?

- ¿Por qué te has rendido tan rápido con Dante?

- ¿Seguro que quieres hablar de la persona que le gusta a tu viejo padre? No es una conversación que normalmente se tenga con un hijo.

Oscar solo levantó las cejas, mostrándole así que por eso mismo había preguntado.

- No es que me haya rendido rápido, es que nunca tuve una posibilidad.

- Tú no eres así.

- ¿Así como?

- Siempre que has querido algo, has luchado por ello hasta que los demás nos sentíamos agotados solo de verte. En tu trabajo, conmigo, e incluso luchaste por relaciones que no valían la pena... Pero ahora que hay algo que de verdad puede hacerte feliz ¿Por qué te echas atrás?

- Él ya sabe lo que siento, asique ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Golpear a Dante hasta hacerlo cambiar de opinión y atarlo a la pata de la cama?

- Si es necesario, sí.

Javier se rio.

- Sé que soy tu padre, y a lo mejor tienes la sensación de que soy una especie de héroe, pero él es como un super guerrero del siglo XXI y es imposible que yo pueda si quiera mover un pelo de su cabeza.

- Quizá esto te ayude a conseguirlo.

Oscar puso una bolsa encima del escritorio.

- ¿Qué es eso? – Preguntó Javier frunciendo el ceño.

- Lo sabes perfectamente.

- ¿De dónde los has sacado?

- Kurama los hizo para ti.

- ¿Qué los hizo...?

- No literalmente. Se puede decir que ella tiene los contactos necesarios para conseguir este tipo de cosas.

- ¿No pretenderás que yo use esto con Dante?...

- Para eso los traje. Lo quieres conseguir ¿No? ¿Se te ocurre alguna idea mejor?

- Estás loco. Llévatelo, no voy a usarlo.

La protección de un DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora