Parte 4

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Años pasaron y a Javier seguía fastidiándole ver a Dante en su casa, y como ahora eran mayores de edad, ni si quiera podía ponerles la restricción de que se vieran solo en la casa, pero eso no significaba que Javier no siguiera intentando separarlos.

- ¿Por qué no te buscas otro amigo y dejas a mi hijo en paz?

- Padre, vale ya. - Dijo Oscar.

-Yo también le eché de menos, Señor Álvarez. – Dijo Dante.

-La ironía no te pega. - Dijo Javier.

- No es ironía, es la pura verdad. Hacía casi una semana que no le veía y estaba empezando a extrañar sus comentarios descorteses. - Le contesto Dante.

- Lo digo en serio, quiero que te alejes de mi hijo.

Dante apoyó la cara en su mano y el codo en la encimera de la cocina mientras que veía al hombre más mayor sonriendo.

- Solo leo lo que hay entre líneas, y siempre son cartas de amor.

Oscar empezó a reírse con fuerza y más cuando vio a su padre batirse en retirada.

- Cualquier día de estos va a comprar un arma y te va a hacer un agujero nuevo.

- Tengo una alarma en Kurama. Si eso sucede, seré el primero en enterarme. – Dijo Dante.

- ¿De verdad crees que mi padre sea capaz de algo así?

- Bueno, lleva odiándome los suficientes años como para perder la cabeza y hacer una locura.

Oscar sonrió a su amigo tristemente.

- ¿Cómo lo puedes llevar tan bien? No lo entiendo.

- Cuestión de práctica, supongo. Después de tantos años, la piel se hace lo suficientemente dura como para que te resbale todo.

- Mentiroso.

Oscar se acercó al frigorífico y cogió un par de cervezas, entregándole una a su amigo.

- Te sigue doliendo como el primer día, pero te has vuelto un muy buen actor. ¿No ha apaleado lo suficiente tu amor por él como para que te rindas?

Dante miró por donde se había ido Javier para ver si había oído este último comentario y luego empezó a quitarle la etiqueta a su cerveza con la uña.

- Tengo que ser masoquista.

- Quisiera que encontraras a alguien que te amara y al que pudieras amar sin tanto drama. No me gusta verte así, pendiente de sus palabras, aunque estas sean siempre de desprecio, y con una sonrisa tan falsa que tengo miedo que algún día te agriete la cara.

- No es tan malo.

- ¿Qué es lo suficientemente malo? ¿Qué te tiene que hacer para que renuncies a este amor imposible? – Susurró su amigo.

Dante suspiró tristemente.

- Sé que es imposible, pero aun así me duele que lo digas en voz alta. Es como si al hacerlo se volviera más real.

- Dante, aunque lo pusiera grabado en piedra, no podría ser más real.

- Eso tampoco ayuda.

Oscar suspiró.

-Lo siento, no quiero ser cruel. Solo quiero...

Dante dio un trago a su cerveza.

Su amigo tenía razón. Debería haber renunciado hace años y buscarse a alguien... que por lo menos no fuera heterosexual y que no le odiara, pero siempre había sido Javier, y por mucho que lo había intentado olvidar, por mucho que se había intentado auto convencer, no había podido.

Y eso era una mierda a muchos niveles.

En ese momento, sonó el teléfono de Dante y contestó.

- Dime Andrés.

- Nos ha llegado un soplo sobre una red de trata de menores. Al parecer va a haber una gran subasta dentro de poco pero no es mucha la información de la que disponemos y no tenemos por dónde empezar a buscar.

- Mándame todo lo que tengas. En cuanto averigüe algo, te aviso.

- Ya lo tienes.

Dante colgó y miró su reloj antes de hablar con Oscar.

- ¿Puedes hacerte cargo de la reunión de más tarde?

- Claro ¿Sabes de que va?

- Son de una empresa de alarmas y al parecer, su programa ha estado fallando últimamente y se han cometido robos a sus clientes más importantes sin que sus sistemas lo hayan detectado.

- Huele a algo desde dentro.

- Casi seguro que así es. Te darán acceso a sus programas y a la información necesaria.

- Déjalo en mis manos.

Dante le sonrió a su amigo.

Sabía, sin ninguna duda, que si Oscar se encargaba, todo iría bien.

- Dante, has ganado suficiente dinero como para retirarte a vivir a una isla desierta y tener una vida completamente pacífica. ¿Por qué sigues ayudando a Andrés?

- ¿Por qué así me hace sentir que soy de los buenos?

- Tú y yo sabemos que eres de los buenos. No tienes que demostrarle nada a nadie.

Dante miró por donde se había ido Javier unos minutos antes.

- Quizá solo necesito hacer del mundo un lugar mejor para la gente que quiero.

- Mierda, hombre, no digas cosas tan sensibles, con esa cara tan seria. Además, no es como si mi padre te lo fuera a agradecer.

Dante se encogió de hombros y salió por la puerta mientras se despedía.

- Ya me contarás como ha ido la reunión.

La protección de un DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora