Mudo

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Samantha estaba sumida en un mundo de imaginación, rodeada de muñecas y juguetes coloridos en su habitación. Sus rizos dorados se movían mientras sostenía a su muñeca favorita, cuando de repente, un sonido fuera de lo común captó su atención. Corrió hacia la ventana y, con los ojos entrecerrados por el sol que entraba, vio un gran camión de mudanzas estacionándose frente a la casa de al lado.

El corazón de Samantha latía con fuerza, preocupada por la idea de que su mejor amigo Osvaldo pudiera estar dejándola. Dejó caer la muñeca y, sin perder tiempo, salió corriendo hacia el exterior. Sus pequeños pies descalzos tropezaron ligeramente en el camino hacia la casa de Osvaldo, donde el bullicio de la mudanza resonaba en el aire.

Osvaldo, parado en el jardín con una expresión de asombro, vio a Samantha acercarse— ¡Osvaldo! ¿Te vas a mudar?

Osvaldo, sonriendo ante la sorpresa de su amiga, se agachó para estar a su altura— No, Samy, no me estoy yendo. Mi nuevo hermanastro, Félix, está llegando. Se mudaron a mi casa.

El alivio inundó los ojos de Samantha mientras miraba a Osvaldo en busca de más detalles— ¿Félix? ¿Cómo es?

—Bueno, es mi hermanastro, así que a veces puede ser un poco odioso. Pero seguro que ya  lo conocerás mejor.

La curiosidad chispeó en los ojos de Samantha— ¿Podemos ir a saludarlo? ¡Quizás podamos ser amigos!

Osvaldo pasó su mirada a Félix, el cual estaba jugando con una pelota de fútbol. — No lo sé, Samy, él ya es más grande. Tiene ocho, no sé si quiera jugar con nosotros que tenemos seis. Normalmente, no me hace mucho caso.

Samantha hizo un puchero y cruzó sus brazos sobre su pecho. — Hey, pero nosotros ya somos niños grandes. Ya sabemos leer y los números hasta el cien.

Osvaldo frunció el ceño mientras observaba a Félix jugar con la pelota de fútbol. — No sé por qué Félix es tan raro, Samy. A veces es como si viviera en su propio mundo.

Samantha, decidida, se enderezó y le dijo con entusiasmo. — No importa, voy a saludarlo igual.

Osvaldo la miró con incredulidad. — ¿Vas a ir descalza?

Samantha, repentinamente consciente de su olvido, se sonrojó y miró hacia abajo, señalando sus pies desnudos. — ¡Oh, cierto! Se me olvidó. Pero es más divertido sentir la hierba bajo mis pies.

Osvaldo sonrió y apuntó a los pies descalzos de Samantha. — Está bien, pero asegúrate de que Félix no piense que eres una marciana.

Samantha le devolvió una mirada juguetona. — ¡No te preocupes! Volveré antes de que te des cuenta.

Samantha se acercó a Félix con determinación, parándose frente a él con una amplia sonrisa. Levantó la mano en un gesto amistoso.

— ¡Hola, Félix! Soy Samantha, la vecina de al lado. ¿Cómo estás?

Félix, en silencio, la miró fijamente sin expresar ninguna emoción. Samantha, sin dejarse intimidar, decidió presentarse por completo.

— Supongo que eres Félix, ¿verdad? ¡Encantada de conocerte! Vuelvo a repetir, soy Samantha, tu nueva vecina. ¿Te gustaría jugar a algo?

Félix mantuvo la mirada en Samantha y, sin decir una sola palabra, volvió a centrar su atención en la pelota, pateándola. No le interesaba jugar con niñas; solo quería pasar tiempo con su pelota y su papá.

Samantha observó cómo un hombre alto y calvo posó su mano en el hombro de Félix y le dijo: —Oh, veo que ya conociste a la amiguita de Osvaldo. ¿Por qué no juegas un poco con ella, José Francisco?

↳ one shots ༉‧₊ ❝[Riverduccion] ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora