(PDV de Evan, capítulo cinco de Mitades Perfectas. Primera parte)
No podía evitar disfrutar cómo su mano encajaba de manera perfecta en la cintura de Brenda. Ella se movía con una gracia que de seguro no sabía que poseía, esbelta y tan hermosa que sus ojos apenas podían creerlo. Sabía que la muchacha era la nieta de Abel Morel, pero que no tenía la educación real que debería haber tenido. Aun así, su caminar y forma de gesticular le había parecido noble desde un principio.
—¿No se supone que el primer baile y todo eso es solo en la boda? —preguntó ella por lo bajo, dejándose conducir por Evan.
—Sí, en muchos otros lugares. No en Goldenwood. Las primeras veces aquí son... importantes para la sociedad —respondió en el mismo tono.
Algo en la manera en la que ella siempre cuestionaba las tradiciones de su hogar lo intrigaba. Su madre era de aquí, ¿acaso nunca le había explicado nada sobre el Estado Dorado? Eso le sorprendía con cada pregunta, mas no lo fastidiaba. Era algo nuevo para él responder cosas que eran tan conocidas para él, a alguien que lucía ávida por saber y al mismo tiempo parecía que no quería saber nada de lo que estaba preguntando.
Evan podía sentir los nervios de Brenda cuando llegaron al medio del círculo de espectadores. Rio en voz baja y acomodó su manos sobre el cuerpo delgado de su ahora prometida. Le dio una sonrisa llena de nervios, lo que provocó que el príncipe negara la cabeza con diversión. Con ella todo se sentía como una primera vez.
Cuando el violin que él ya conocía comenzó a sonar, la llevó con él al compás de la música, flotando en un baile que ella desconocía, pero que parecía querer en el mismo instante en que sus pies se movieron junto con los suyos. La gente se unió un momento después, aun dejando un pequeño círculo alrededor de la pareja.
—No sé cómo agradecerte por traer a Candace —susurró Brenda.
No podía ver su rostro porque estaba a un costado del suyo, pero sí percibió el aprecio en su voz.
—No tienes por qué agradecérmelo.
Y era verdad. Lo había hecho porque sabía lo miserable que debía sentirse en un lugar donde apenas si conocía a dos personas. Aunque su personalidad mostraba que no era algo que no la dejara dormir, obviamente le haría bien tener a su amiga por unos días. No serían muchos, pues lamentablemente Candace solo podía estar aquí tres días, pero él sabía que le haría bien a Brenda.
Ella no dijo nada, y él deseó poder su rostro para saber qué estaba pensando. Brenda Thomas era ambas cosas, predecible e impredecible. A veces dejaba caer el velo que ocultaban sus sentimientos detrás de sus ojos; otras veces, era como ver una hermosa máscara de piedra.
Brenda se alejó un poco, haciendo que sus rostros quedaran muy cerca. Ella mantuvo su expresión normal, pero él no fue capaz de ocultar su sorpresa al ver sus ojos a tal cercanía. Eran cafés, tan oscuros que si no fuera por la luz, no podría apreciar sus iris.
—Tu mérite ce bisous, Evan —pronunció en perfecto francés.
(Te mereces ese beso, Evan)
Eran pocas las ocasiones en las que la había escuchado hablar su idioma natal, pero había adorado cómo las palabras salían de su boca como si estuvieran acariciando su lengua. De todas maneras, no tuvo ni siquiera tiempo de pensarlo antes de que el costado de su nariz estuviera sobre la suya, sus frentes acariciándose.
Su respiración se entrecortó al ver que Brenda cerraba sus ojos. Ya sabía que vendría.
Ella ladeó su cabeza y rozó su boca, dejando en claro qué haría, y llenándolo de expectativa. Cuando presionó sus gruesos labios sobre los de él, el príncipe no dudó en devolver el beso. Duró solo unos segundos, pero ese corto tiempo dejó en duda algunas cosas que pasaban por su mente todo el tiempo.
Isabelle.
No. No volvería a su luto cuando quien sería su esposa, una hermosa muchacha, estaba dándole lo que su madre había pedido. Apartó a su difunto amor de su cabeza, y sonrió cuando los ojos marrones de Brenda se abrieron. Él sabía que se veían como una verdadera pareja a los ojos de los demás, por lo que aprovechó el acto para abrazarla un poco más. Isabelle ya no estaba, ya no estaría. Debía aprender a ver a Brenda Thomas con otros ojos.
Y, lo que más le sorprendió, fue que no le estaba costando en lo absoluto para el corto tiempo que llevaban de conocerse.
++++++
Lo que sigue estará pronto. Espero que ya entiendan y sepan por qué elegí este capítulo para hacer el PDV de Evan. Quien adivine se lleva la dedicatoria. <3
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Entre tú y yo
Short StoryPorque su historia es muy linda como para tener un final. Sigue a Brenda y a Evan a través de los años. *Es necesario leer "Mitades perfectas" para entender estos cuentos cortos.