(PDV de Evan, capítulo cinco de Mitades Perfectas. Segunda parte)
Luego de que Brenda tuviera un encuentro algo tenso con Seleste y conociera, al fin, a su estúpido primo Marco, la verdadera fiesta comenzó. Evan no quería saber nada con el ridículo cotillón, pero no pudo negarse a usarlo cuando le colocaron la corona de plástico sobre la cabeza. Lo habría disfrutado de no ser porque era por él y Brenda que la gente se encontraba allí, borracha y festejando algo que no les importaba en lo absoluto.
Al principio, ella mostraba menos ganas que él de estar allí y ni siquiera se preocupó en ocultarlo. Sonreía cuando los fotógrafos se acercaban, pero luego se movía con mucha tensión. Aunque, luego de algunas copas de champán y ánimos de Candace, empezó a soltarse y reír sin fingir. Evan se dio cuenta de que a pesar de no estar ebria, sí estaba bastante achispada.
Todo iba bien, pues ella lucía como si estuviera teniendo un buen momento. El príncipe supo que la presencia de su amiga tenía mucho que ver, ya que de un momento a otro se veía como la adolescente de dieciocho que realmente era. Brenda parecía disfrutar de la fiesta, lo que hizo que el humor de Evan aumentara de una manera que él no comprendía.
Sin embargo, luego de hacer el brindis y que todos volvieran a sus posiciones en la pista de baile, la futura princesa se tambaleó frente a Evan. No quería que cayera de trasero el piso, por lo que le atajó hacia su pecho. Su cuerpo estaba casi lánguido.
—Vaya, ¿estás bien? —murmulló él.
—Yo... —se detuvo. Su piel se tornó ligeramente verde y parpadeó dos veces seguidas antes de dejar caer su frente sobre su hombro. El aroma a champú de vainilla inundó sus fosas nasales—. No, no estoy bien —balbuceó.
Al ver que Brenda no se encontraba en su mejor espíritu, Candace se acercó y apoyó su mano contra los omóplatos de su amiga, con una expresión de preocupación en su rostro.
—Oye, ¿qué pasa?
—No lo sé —respondió el príncipe, pero al instante recordó apreciar a una muchacha silenciosa en la cena; ni un bocado pasó por sus labios. Sintió que su cuerpo se volvía rígido por la preocupación—. Brenda, no has comido nada en la cena. ¿Qué fue lo último que comiste?
Ella pareció pensarlo un segundo. Sus ojos estaban cerrados.
—Mmm... Ayer a la noche. Y luego vomité. Y luego no comí nada.
—Cielos —suspiró Candace.
Sí, cielos. Era conocimiento común que beber y no comer traía consecuencias feas, ¿en qué estaba pensando?
—Debemos llevarla a algún lado en donde pueda.... uhm, descansar —dijo inseguro.
No sabía si descansar era lo que necesitaba, aunque sí tenía cierta certeza de algo: Brenda devolvería los contenidos de su estómago en cualquier momento y no sería adecuado dejar que lo hiciera en la fiesta. Ella pareció entender el significado oculto de sus palabras, pues comenzó a reír. Sus piernas cedieron a su peso, por lo que Evan tuvo que amagar la caída con ella antes de ajustar sus brazos alrededor de la fina cintura. Sorprendiéndolo, ella abrazó su torso y frotó su frente contra la camisa.
La voz de Seleste lo distrajo.
—¿Está todo bien?
Miró hacia todos lados, dándose cuenta de que la gente era consciente de que algo no andaba bien con la futura princesa. Evan no entendía por qué a la rubia le interesaba tanto lo que pensaran los demás. Aunque no pudo seguir sus pensamientos, ya que su madre se estaba acercando con la frente arrugada.
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Entre tú y yo
Short StoryPorque su historia es muy linda como para tener un final. Sigue a Brenda y a Evan a través de los años. *Es necesario leer "Mitades perfectas" para entender estos cuentos cortos.