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Un último adiós
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Aquel 2 de mayo de 1998 no sólo murió Jane Elizabeth Dorothea Potter, si no que una parte de James Fleamont Potter se fue junto a su amada hacia dondequiera que esté.
Su funeral no fue hasta cinco días más, y James contó cada segundo hasta que el cuerpo de su amada esposa fue enterrado en aquel ataúd de mármol. El ya ahora señor, no despegó la mirada de los brillantes cabellos pelirrojos de la mujer y aquella pálida piel que hacía resaltar aún más sus verdosos ojos, los cuales se encontraban cerrados.
En brazos llevaba a su pequeño Andrew, quien había heredado el cabello pelirrojo de su madre y los ojos color avellana de su padre. El pequeño sólo tenía meses, pero parecía entender a la perfección lo que sucedía; lo único que hacía era acariciar el pecho de su padre, como si supiera el dolor que este estaba sintiendo.
El encargado de hablar en el funeral de Jane Potter fue Remus Lupin, quien parecía estar igual de destruído que James Potter y Sirius Black.
–Me gustaría decir unas palabras... –el licántropo carraspeó su garganta para que la atención se posara en él y con su mano temblorosa posicionó la varita en su garganta para que su voz se amplificara.– Creo, y espero hablar por todos, que Jane Potter era un rayo de luz en medio de la tormenta, nuestra Farista era nuestro cable a tierra, como dirían los muggles –soltó una risa amarga– Ella, simplemente, era perfecta y, aunque la vida no le permitió vivir la maternidad por completo, puedo asegurar que dio hasta su último aliento para salvar a sus hijos y que ellos pudieran vivir la vida que ella habría querido darles. Harry, Rosalyn y Andrew son la muestra del amor que James y Jane sentían el uno por el otro, un amor tan puro y leal que traspasó cualquier adversidad... Gracias por llenarnos de felicidad, por darnos la muestra de que el amor es nuestra arma más poderosa –hizo una pequeña pausa, miró los cristalizados ojos de Harry y continuó:- este no es un adiós, es un hasta pronto. Hasta pronto, pequeña Farista.
Todos dieron una última mirada a Jane Potter mientras el ataúd bajaba, algunos sin creer que esto estuviera sucediendo.
Harry y Rosalyn fueron quienes se acercaron más al ataúd y dejaron un girasol en el ataúd para que este acompañara a su madre por el resto de la eternidad.
De pronto, James soltó un sollozo que provocó que a muchos se les pusiera la piel de gallina y se acercó al ataúd dejando al pequeño Andrew junto a Cassiopeia Black.
