XVIII

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Los Potter.

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Los amigos ya se encontraban en la casa de James Potter. Euphemia Potter, la madre del azabache, salió rápidamente de la cocina y corrió hasta la pelirroja. La abrazó como si de su hija se tratara.

–¡Mamá! Yo fui  quien salió de ti, no Jane.–Hizo berrinche James mientras se cruzaba de brazos. La mujer se separó de la pelirroja e imitó la pose de su hijo.

–Tengo 4 hijos postizos, pero sólo una Jane. ¿Cómo están, niños?–Le sonrió al resto de los merodeadores, los cuales la abrazaron.–¡Están más gorditos!

–Euphe, ¡Comen como cerdos!

–¡Tú eres quien se escabulle a las cocinas!

–¡Mi estómago es muy grande!–Exclamó Jane mientras miraba a Sirius entrecerrando los ojos.

–Chicos, suban a la habitación. Luego los llamaré para que bajen a cenar.

Los merodeadores subieron a la habitación del azabache y dejaron sus cosas. Jane hizo lo mismo con la habitación de invitados. La pelirroja fue hasta la habitación de los chicos, se sorprendió al no verlos ahí, frunció el ceño y bajó hasta el patio de la gran casa Potter. De pronto, sintió bolas de nieve golpear su rostro.

–Oh, no. ¡Esto es guerra!–Exclamó mientras comenzaba una guerra de nieve con sus mejores amigos.  A los minutos después, Remus se dejó caer en el césped cubierto de nieve, el resto de sus amigos hizo lo mismo.

Jane movía sus extremidades, imitando la forma de un ángel.

–¿Qué creen que pase?–Preguntó Remus mirando fijamente el cielo.

–¿A qué te refieres, lunático?–Preguntó esta vez Sirius girando su cabeza para mirar al chico de las cicatrices.

–Ya sabes, a la guerra que se aproxima. ¿Creen que sobrevivamos? ¿Creen que sigamos juntos luego de Hogwarts?

–¡Claro, Lunático! Seremos los mejores amigos, hasta que seamos tan viejos como Dumbledore.–Sonrió Jane. El resto imitó su acción.– Y la guerra, pues eso lo veremos. Si uno muere, tengo una ouija en mi casa.

–A veces das miedo, Manzanita–Murmuró Sirius.

–Lucharemos hasta el final, ¿Verdad?–Susurró James. De tan sólo pensar que uno de sus amigos podía morir, le revolvía el estómago.

–Hasta el final, Popotter.

–¡No me digas así, salpicado de caca!

–¡Maldito míope, ven aquí!–Jane se levantó rápidamente y comenzó a seguir a James por todo el patio.

(...)

–Entonces, ¡Booom! El escusado explotó en la cara de Quejicus.

James contaba a sus padres las bromas pesadas que le jugaban a Severus Snape. Jane omitía hacer comentarios, Severus no era su enemigo y mucho menos le podría hacer una broma.

–Eso no es lo peor. Un niño de primer año se quejó todo el día del estómago...

–Y lamentablemente, –Sirius fingió tristeza.– el escusado que explotó era el mismo que había acompañado al pobre niño toda la mañana.

Euphemia regañó a los merodeadores con la mirada.

–Aún me sorprende que no los hayan expulsado.

–Euphe, me pregunto lo mismo.–Comentó Jane llevando tarta de calabaza a su boca.

–Lo que aún me sorprende es que aún no tengan novia.–Negó con la cabeza Fleamont Potter.– ¡Moriré antes de que James se case! ¡Inaudito! ¿Cuándo encontrarás a tu pelirroja, James?

–¿Su pelirroja?–Preguntó Remus.

Jane comenzó a beber su jugo de calabaza con rapidez.

–Es parte de la maldición Potter, muchacho. Cada Potter sufre de miopía, pelo azabache y revoltoso... Y cómo no, cada chico Potter...

–Papá...

–Tiene a su pelirroja, una chica dulce y amorosa... Siempre creí que Jane sería la pelirroja de James, pero creo que mi hijo es bastante idiota como para no darse cuenta de ello.

Jane escupió su jugo de calabaza, empapando a quien estaba en frente; Peter. Euphemia, con una sonrisa en sus labios, lo secó rápidamente con la varita.

–¡Fleamont! Estoy segura que ya llegará el día en que se den cuenta que se aman, pero ahora debes dejarlos en paz.

La cena transcurrió con normalidad. James y Jane compartían miradas de incomodidad. Euphemia y Fleamont mandaron a los chicos a dormir, pues mañana sería la navidad. Los señores Potter aún veían a los adolescentes como pequeños niños que aún creían en santa.

Jane no pudo consolidar el sueño. Y tampoco tenía ganas de ir a molestar a sus amigos, así que simplemente bajó, la leña se mantenía prendida.

–¿James? ¿Qué haces aquí?–Preguntó sentándose junto a él. Ambos mirando la leña.

–Es mi casa, tontita. ¿Que no se supone que los niños pequeños esperan a santa?—Ella asintió– Entonces, ¿Qué haces aquí?

–No soy una niña, Popotter–Rodó los ojos mientras arrugaba la nariz. James rió y pasó un brazo por los hombros de la chica.

–Mides menos de 1.60, eso te hace una niña aún.–Jane le dio un codazo, intentando no reír– Quería preguntarte algo, ¿Qué opinas de lo que dijo Fleamont?

–¿Que cuando pequeño lanzabas gases cuando comías algodón de azúcar?

–Me gustaría, pero no. Me refiero a eso de que quizás eres mi pelirroja.

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧 𝐥𝐨𝐯𝐞 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora