XXXIX

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El lobito.

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Enero, 1979

El tiempo parecía pasar demasiado rápido para Jane, ya sólo faltaba un día para su cumpleaños número 19. Sentía que su vida empeoraba poco a poco, la guerra mágica era peor de lo que pensaba, todos los días la lista de muertes era actualizada y Jane rezaba porque los nombres de sus seres queridos no apareciera.

James tenía más trabajo que de costumbre, era un Auror reconocido. La pelirroja no se quedaba atrás, ser medimaga en esos tiempos era igual que ser un héroe; aunque la mayoría de los pacientes llegaban muertos por alguna maldición.

Nuevamente, Madame Blavatsky rondaba en su mente: intentó ir de nuevo a la feria muggle, pero los organizadores le dijeron que la mujer había desaparecido de un momento a otro. Jane no podía estar más preocupada. El timbre de la casa sonó una y otra vez, la pelirroja dejó el pastel que chocolate que estaba preparando.

– ¡Identifíquese!

– S-soy Remus Lupin, nos hacíamos llamar merodeadores en Hogwarts. Mi nombre era lunático y el tuyo Farista... Mi patro... –Jane abrió la puerta y tiró la manga de su mejor amigo para que entrase.

– ¡Lo siento, debía asegurarme! ¿Cómo estás, Remmie? –Jane se dio cuenta que tenía los ojos llorosos y el rostro medio hinchado.

– He estado mejor. Vine porque me asignaron una misión, debo infiltrarme en una manada en Irlanda. He venido a despedirme.

A Jane se le hizo completamente extraño que asignaran a Remus para una misión tan arriesgada, cuando habían magos con más experiencia que un joven de 18 años. De pronto, Jane recordó las palabras de la mujer, pero eso era imposible. Remus jamás sería capaz de traicionarlos.

– Acompáñame, estoy haciendo un pastel de chocolate –la pelirroja le sonrió un poco y lo guió hasta la cocina, la cual era un desastre: la chica era un desastre para la repostería.– ¿Por qué te asignaron para esa misión?

Remus permaneció en silencio por un momento, hasta que habló:

– Ellos creen que soy el traidor, Liz... –susurró, su rostro se inundó de lágrimas. Jane dejó el chocolate en un mesón y se acercó al castaño, lo rodeó en un abrazo– Desconfían de mí por lo que soy. ¿T-tú también?

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧 𝐥𝐨𝐯𝐞 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora