CAPÍTULO 2

77 24 6
                                    

LORENA.

Ya tenía como una semana en Brooklyn y en ese corto periodo, me sigo encontrando a ese chico cuyo nombre sigo sin saber más veces de lo que esperaba.

El elevador se detiene abruptamente y se abren las puertas.

—Oh, tú otra vez —exclamo.

Hablando del rey de Roma...

—Ya me parece sospechoso esto —bromea y da un paso hacia adelante.

—Me sigues vigilando, jaja.

—Qué va —agita las manos —. Solo tú sabes en qué piso me quedo.

Arrugo mi frente y suelto una risilla.

—Ni tú te lo crees, eh. Desde el primer día que nos encontramos aquí viste qué número de piso presioné en el elevador —asiente lentamente y chasquea la lengua.

—Eres muy observadora, chica del metro... e inteligente —añade rápidamente.

—Lo soy.

—¿Me permite conocer tu nombre? —inclina ligeramente su cabeza mientras me cuestiona mirándome fijamente.

Ya estaba acostumbrada a ello.

—Pensé que nunca lo preguntarías. En mi cabeza solo te describo como el chico del metro.

—¿Eso significa que has estado pensando en mí, chica del metro? —me sigue el juego y abrí los ojos sorprendida por su repentino comentario.

—Qué tonterías dices —le doy un leve golpe en el hombro —. Lorena... ese es mi nombre.

Una sonrisa se le forma inmediatamente  y su ánimo parece recobrarse completamente. Su expresión era contagiosa y por alguna extraña razón me llenó de alegría.

—Yo soy Iván, así que por fin ya no me dirás el chico de la estación, qué alivio.

—Qué desesperación, ¿me tienes miedo? —se queda callado y escondo mi sonrisa —No me digas. Oye, no muerdo...

—Lo sé, pero no negaré que cuando te boté la maleta y me miraste, juro que parecía que me ibas a enterrar vivo.

—Jajaja, no fue mi intensión, ¡lo juro! Me sentía angustiada con el montón de personas caminando y chocando contra mí, así que mi paciencia bajó al cero porciento cuando eso pasó.

—Espero...

—Ya lo superé, Iván —le doy dos palmadas en el hombro y siento que su cuerpo se tensa —. Uy, perdón. Suelo hacerlo sin mi consentimiento. En ocasiones toco mucho a las personas mientras hablo, mala maña mía. Al parecer se lo hago a todos sin importar si somos conocidos o desconocidos.

Iván carraspea y voltea a ver hacia otro lado.

—¿Dije algo malo?

—No, para nada —responde con un tono burlón. Estiro mi cabeza para ver sus fracciones y su cara estaba roja.

—¿Te estás riendo de mí, Iván? ¿Eres capaz de hacerme eso? —le agito el hombro y se le escapa una carcajada.

Eh... no recuerdo haber dicho algo gracioso.

—Jajaja, perdón, perdón. Malpensé y con la cara que pusiste me fue imposible evitarlo.

—¿En qué parte malpensaste?

—"Lo hago con todos sin importar si son conocidos o desconocidos".

Ay no, sí se escucha rarito. Bajo mi mirada al sentir mi rostro calentarse.

Inevitablemente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora