CAPÍTULO 10

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IVY.

Lorena, con que así se llamaba.

Quién diría que luego de aquel encuentro en la fiesta, iba a volverse a cruzar en mi camino en la celebración del día LGBT+. Estaba sorprendida, me sentí extraña por decirlo así. Pero ahora me avergüenza cada que pienso en ello... la besé en la fiesta y también en la otra actividad. Es una casualidad tan extraña como si el destino quisiera unir nuestras vidas de una manera mágica e inesperada.

En nuestro segundo encuentro, no sabía que era ella, simplemente me acerqué a una persona al azar y poco después me di cuenta de ello cuando noté un parecido con la chica de la fiesta. Y cuando miré a Timothy observándonos, supe que ya no podía crear una excusa. Me alejé de ella alterada, sabía que él podía decirle a Iván sobre lo que vio.

No fue mi intensión besarla, mi cerebro solo me pidió hacerlo y accedí.

Fuera de todo eso... ¿por qué me dolía tanto el cuerpo?

Abrí los ojos lentamente cuando sentí algo removerse encima de mi cuerpo. Lorena tenía toda su pierna apoyada en mi estómago y me abrazaba como un gran oso de felpa. Su fuerte respiración me hacía cosquillas en la nuca y parte de su larga cabellera se encontraba en mi cara. Recordé entonces que este tipo de problemas ocurrían por tener el cabello más largo que el mío.

¿Debería empujarla? Duerme demasiado mal para ya ser una adulta.

Solté un suspiro angustiada. Mis dulces sueños habían sido interrumpidos por esta chica que, a pesar de que tiene una actitud arrogante que parece ser capaz de golpearme si le dijera algo, seguía pareciendo esa persona amable, cariñosa, divertida y tierna que conocí en la fiesta.

—¿Qué cosas pienso? —dije en voz alta mientras empujaba a Lorena a un lado liberándome de todo su peso. Ella se removió sofocada y emitió algunos sonidos en protesta —No me caes bien, agh. Y no me importas para nada.

¿En serio tuve que dormir con esa cosa enana de allá?

Negué con la cabeza. Me levanté de la cama e inmediatamente mi celular, que se encontraba sobre la mesa de noche, vibró por una llamada entrante. Lo agarré y arrugé el rostro molesta al ver el nombre con el que tenía agregado a Iván reflejado en la pantalla: "esperma ganador".

Le respondí la llamada, y antes que él dijera algo, me adelanté.

—¿Te atreves a llamarme? No me interesa, deja de molestarme.

—Sé que quieres hablar conmigo, hermanita. Me extrañas tanto que...

—Soy capaz de bloquearte ahora mismo, lo sabes, ¿no? —un largo silencio se hizo presente y solté un suspiro abrumada —¿Qué querías? ¿No solo puedes venir a mi cuarto?

—Vine a ayudar a mamá con algunas cosas a su oficina, y papá ya se fue a trabajar, ¿así que puedes hacerme un favor ya que estás en la casa? —dijo en un tono de suplico.

—No —le corté secamente, escuchándolo suspirar con frustración.

—Ya que Lorena y tú son las únicas que están en la casa, ¿por qué no vuelven al centro juntas y...?

—Espérate —interrumpí su discurso, alzando ligeramente la voz —. En primer lugar, tú la trajiste aquí lo que te convierte en su responsabilidad. Yo estoy en mi casa, ¿qué pasa si no quiero volver al centro?

—Solo hazme el favor... —identifiqué la desesperación en su tono de voz.

—Ese es tu maldito problema, así que...

—Ey, ese lenguaje —espetó y rodeé los ojos irritada —. Te pagaré por ello. Ya que —sonreí inmediatamente con astucia.

—No te preocupes, llegará bien —me aseguré más a mí misma que a él —. Voy a colgar.

Inevitablemente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora