CAPÍTULO 5

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—Ya lo verás, ¿quieres probar?

No podía decir que no, tenía curiosidad acerca de ello. Además, no se escuchaba tan mal perder algo de tiempo con ella por mientras...

—Sí me apetece —respondí, intrigada.

Ella sacó un palito rosa de una pequeña caja.

—Esto es un Pocky —me explicó.

—¿Se come?

—Sí. Este es sabor a fresa. Me he vuelto algo adicta a esto, la verdad.

—Ya veo, ¿tan bien sabe? —asiente mientras se mete un trozo a la boca.

Sus manos se posicionaron con delicadeza en mi cuello y hace el ademán de acercar mi rostro al suyo.

—Tienes que comértelo de esta manera —me indicó, con el Pocky aún en su boca y la miré con cautela.

—¿Estarás bien si lo hago?

—Perfectamente —afirmó con una sonrisa.

—Okey.

Asentí y acerco mi rostro aún más cerca del suyo para morder suavemente el otro extremo del pocky. El dulce sabor a fresa se derrite en boca, empalagando ligeramente mi garganta.

Cuando estaba a punto de separarme, la chica me vuelve a acercar lentamente hacia su dirección, indicándome que siga mordiendo el Pocky. Ella mordía el dulce y yo lo hacía igualmente, nuestros rostros se aproximaban cada vez más y yo me estaba empezando a sentir un poco nerviosa.

Solo quedaban pocos centímetros para que ambas termináramos de comer el Pocky y ella seguía empujándolo ligeramente suavemente hacia mí. Podía sentir su respiración a estas alturas y cuando sus labios tocaron los míos, me detuve. Terminé de masticar lo que tenía en la boca, pero en un acto rápido,  la chica me acorraló contra la barandilla y unió nuestros labios en un desesperado beso.

Me pude separar, lo sé, pero me gustaba muchísimo lo que estaba sucediendo.

Sus manos se posaron en mi barbilla y profundizó el beso. Ella sabía a una exquisita mezcla de fresa y alcohol. Sus labios eran suaves y sus movimientos preciosos, pero mantenían un toque de ternura en ellos. Aunque me succionaba ferozmente, nuestros movimientos eran algo lentos.

Mi corazón latía aceleradamente contra mi pecho por la adrenalina. Cualquiera nos puede ver aquí. ¡Iván me puede ver!

Mis manos viajaron inconscientemente hacia su sedoso cabello y enredé mis dedos en el. Esto era increíble, incluso mejor de lo que había pensado.

Mi cuerpo percibía cada uno de los pequeños actos que ella hacía. Me sujetaba firmemente de la barbilla, pero también su pulgar no dejaba de acariciarme la mejilla con cada succión. Esta chica es increíblemente maravillosa, me ha dado un buen beso.

Mis pulmones comenzaban a clamar por aire y tuve que separarme. Me relamí los labios y la observé; ella abrió los ojos lentamente y ambas nos miramos sin emitir ninguna palabra, asimilando lo que acabábamos de hacer. Quité suavemente mis manos de su cabello y ella me dio algo de espacio.

—Comer un Pocky es mejor con alguien —exclamó aún con la respiración acelerada.

Seguíamos demasiado cerca y con la tenue luz de colores pude ver que todo su labio estaba manchado de mi labial rojo vivo.

—Te has manchado... —dije.

—¿Cómo dices?

—Te dejé mi marca en tu labio —frunce ligeramente el ceño sin comprenderme—. Tienes todo mi labial chorreado en tu boca, deberías limpiarte.

Inevitablemente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora