CAPÍTULO 4

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LORENA.

Iván se levantó del sofá para encender el parlante y de inmediato identifico la voz de Selena Quintanilla. Lo observo sorprendida y frunce su ceño por mi reacción.

—¿Qué? ¿No te gusta ella? —preguntó.

—Claro que sí. Es Selena, o sea, ¿a quién no le gusta? —respondí.

—Entonces sabes qué canción está cantando, ¿verdad?

—Es Dreaming of you —le dije el nombre de la canción y era su turno de sorprenderse.

—Me gustan las músicas antiguas —me informó —. Ya sabes...

—Tracy Chapman, Elton John, Toni Braxton, Boonie Tyler y por supuesto que no puede faltar Bryan Adams —lo interrumpo y, cada vez que mencionaba a una nueva persona su boca se entreabría más y más.

—¿Eres real? ¿Por qué sabes tanto? —no pudo ocultar la emoción en sus palabras ni en su mirada. ¿Estaba feliz solo por eso?

Es muy tierno, ¡maldición!

—Mi papá solía escucharlos todo el tiempo, así que me los aprendí de memoria.

—Pues tienes buen gusto —aclaró sonriendo.

—Siempre —contesté, guiñándole un ojo mientras le tiraba un beso.

—Eres rara.

—Ser raro, es ser único.

Sus cejas se levantaron ligeramente y una sonrisa empezó a formarse lentamente en su rostro. Este chico era guapo, pero su sonrisa tenía algo más.

—¿Me concedes este baile, señorita Laudres? —me pidió extendiendo su mano mientras espera paciente por mi respuesta.

El coro de la canción comenzó a resonar y, de forma irresistible, como si un imán me atrajera hacia él, sentí que debía darle mi mano.

Porque estoy soñando contigo esta noche
'Cause I'm dreaming of you tonight

Hasta mañana
'Til tomorrow

Te estaré abrazando fuerte
I'll be holding you tight

Y no hay ningún lugar en el mundo donde preferiría estar
And there's nowhere in the world I'd rather be

Que aquí en mi habitación.
Than here in my room

Soñando contigo y conmigo
Dreaming about you and me.

Sus manos se posaron suavemente en mi cintura y lo tomé como una señal para poner mis manos en sus hombros.

Con unos movimientos lentos, bailamos en círculos en el pequeño espacio. Sus ojos nunca se apartaron de lo míos y tuve la sensación de que quería decirme algo.

Iván, deja de mirarme así.

Esa no es una simple mirada.

No quiero malinterpretar nada, pero tampoco quiero pensar que es "eso".

Continuamos bailando en silencio, dejando que la música nos envuelva y guíe nuestros movimientos. Aunque intento mantener la mente despejada, es difícil no dejarse llevar por la intensidad de la situación.

Poco a poco, la distancia entre nosotros se reduce aún más. Nuestros cuerpos están prácticamente pegados, y puedo sentir el calor de su aliento en mi rostro. Su mirada profunda y penetrante me hace sentir vulnerable y emocionada al mismo tiempo.

De repente, decido romper la tensión del momento que se había generado entre nosotros.

—¿Tengo una pestaña en el ojo?

Inevitablemente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora