CAPÍTULO 17

16 4 1
                                    

IVY.

—Tú me pagas el pasaje —comenta Lorena metiéndose al taxi y asiento detrás de ella esperando mi turno para entrar.

—Sí, no te preocupes —le respondo cerrando la puerta y me acomodo en el asiento junto a ella. No pude evitar rodar los ojos al verla sonreír emocionada mientras miraba por la ventanilla.

—Nunca me imaginé yendo a tu apartamento —volteó a verme con demasiada ilusión en la mirada.

Su sonrisa no se borraba ni en un instante. Me es difícil imaginarme cómo se vería enojada o triste. Supongo que me sentiría mal verla sufrir, ya que siempre la miro sonreír, mostrando su lado radiante a todos.

Mis ojos se desvían a sus labios que siempre estaban pintados de ese tono rojo de labial tan intenso. Y cuando reaccioné ante mis actos, rápidamente aparté la mirada haciendo cuentas que nada pasó.

—Y yo nunca pensé que te volvería a encontrar —comenté, dirigiendo mi atención hacia el frente. Por el rabillo del ojo, veo que frunce el ceño confundida ante lo dicho.

—¿Estás siendo amable? —me da un leve empujón en el hombro sin ocultar su tono divertido —. Qué tierna. Sabes que...

—No lo decía de una buena manera —la interrumpí sin un ápice de emoción.

Inmediatamente, supe que mis palabras se escuchaban crueles; sonaba mucho mejor en mi cabeza.

Inhalé profundamente, guardando silencio por mi bien. Lorena no volvió a comentar nada y retiró su mano de mi hombro con brusquedad. Se limitó a observar el exterior sin mostrar ninguna expresión en particular en su rostro.

Por el amor de Dios... Ivy, sé amable, ama a tus enemigos y tendrás una vida plena.

•○•○☆○•○•

Introduzco la contraseña de la puerta y entro, esperando a que Lorena haga lo mismo antes de cerrar.

—Está más arreglado de lo que supuse —comenta mirando a su alrededor perpleja.

¿Por quién me creía? Su comentario me ofende.

—¿Qué te hace pensar eso? —niego, sin entender lo que puede estar pasando por su pequeña cabeza —. Tú quédate aquí... —se aleja caminando hacia la cocina y suelto un largo suspiro al ver que simplemente me ignoró. No tenía ganas y peor paciencia para encargarme de un crío —. O haz lo que quieras, yo iré por mis cosas.

Avanzo en la dirección contraria a la suya, entrando a mi habitación y comienzo a empacar algunas pertenencias que me podían servir para tres días, en una mochila.

Escucho que abren la puerta de la habitación de al lado y maldigo mentalmente. Lorena...

Salgo del cuarto y me encuentro con la otra puerta abierta, con una gatita curiosa dentro de el observando todo detenidamente.

—Ey —se sobresalta, y me aguanto una risilla antes de volverme a poner seria. Voltea a verme con algo culpabilidad, nuestras miradas se encuentran y procedió a sonreírme alegre. Aclaro mi garganta intentando no dejar que eso me afecte —. ¿Qué haces en este cuarto? —pregunto precavida.

Por cómo es ella, temí que rompiera algo con su propia presencia. Agarra una de mis tazas y me recuerdo internamente que debo mantener la calma.

—¿Hiciste estas cosas? —señala todas las piezas de cerámica que hice y asiento aun esperando que devuelva la taza a su lugar. Se tapa la boca por unos segundos sin creérselo —. Qué bonito —no responde mi pregunta y continuó inspeccionando toda la habitación que estaba llena de arcilla —. Eres buena, ¿desde cuándo lo haces?

Inevitablemente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora