Cosas que arreglar

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Antes de que fuéramos a su lugar de radio hacer y platicar más sobre mi trabajo como ayudante hacia él y el hotel, me pidió que lo acompañara a arreglar su saco porque se había desgarrado y no me agradaba como se veía así.

Yo acepté sin compromiso, me dijo que sería en otro lugar que tendríamos que tomar un viaje hasta allá cosa que no fue difícil ya que lo me tomó de la mano y llegamos hasta ese lugar.

Era impresionante los dones que este joven señor tenía, me comentó que en el lugar donde estaban eran para los pecadores que habían cometido el a tros delito de comer humanos, como quien dice eran caníbales.

Visitaríamos el local de su amiga Rosie, ya que era demasiado buena en esto de arreglar trajes según Alastor.

—hemos llegado señorita, gusta pasar.—abrió la puerta del local de forma caballerosa.

Pase agradeciéndole, el entro después de mi, mire al rededor del local era divino, tenía mucha ropa de mujer.

Habían vestidos por doquier, suéters, faldas, tacones, botas de todo, escuché como Alastor le llamaba a Rosie que de inmediato salió de tal vez su oficina.

—¡Alastor querido! ¿Cómo has estado cariño?—salió de su oficina directo abrazarlo.

El le correspondió de forma caballerosa—Rosie, excelentemente atroz, mira lo que le pasó a mi abrigo querida.—le enseñó su abrigo un poco disgustado, yo estaba detrás de un estante de vestidos viéndolos, sentía algo arder en mi estómago.

—¡Oh no puede ser! En qué te metiste Alastor, es la primera vez que vienes con algo así dámelo yo lo voy arreglar.—dijo para darle vuelta y quitarle el abrigo, el se dejó quitárselo quedando con su camisa roja ámbar.

Yo seguí mirando el local, me detuve a ver los tacones ya que habían unos con diamantes al rededor.

—Son lindos tacones para una dama como usted.—me espante, del susto me trate de incorporar pero me golpeé la cabeza con un estante.

—¡Auch! Eso dolió.—me queje, note que si cara cambio a una de preocupación.

—Discúlpeme, ¿Se encuentra bien?—se agachó para ayudarme a pararme.

Sentí unas manos en mi cintura ayudándome a levantarme, puse mis manos en sus hombros—Si, solo fue un pequeño golpe.—dije nerviosa por el tacto de sus manos.

—¿Segura, no siente dolor?—me tomo del mentón girandome la cara para ver si tenía algun daño.

—Estoy bien Alastor solo fue un pequeño golpe.—Tuve un deja vu con esa frase, es como si ya lo hubiera dicho antes.

El se quedó callado mirándome como si el también lo hubiera sentido.

—Ay disculpe, no debí decirle Alastor soné muy igualada.—me solté de sus hombros para tratar de separarme pero sus manos me lo impidieron.

—¿Cuantas veces debí decirle que no se disculpe?—Fruncí el ceño confundida, lo había dicho como si fuera algo común en mí el me soltó.

—¿Veces?—pregunte confundida, Alastor iba a responder pero una voz interrumpió.

—Alastor querido, sigues aquí.—llamo Rosie, Alastor se acomodo la camisa y aclaro su garganta.

El me miró avergonzado, y camino hasta donde estaba ella pero está vez lo seguí haciéndome notar.

—Ya está listo tu saco querido, espero te guste.—era una mujer demasiado elegante a mi parecer, salí detras de el mirándolos, Alastor se puso su saco y se miro al espejo con narcisismo.

𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora