Capítulo VI: Por ese periódico

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Por fin estaba libre, me estiré cuando llegué arriba, no podía descansar, pensé en que había perdido casi una hora con ese tipo, el tiempo había pasado como si nada con sus boludeces, de mi escritorio tomé mi libro de anatomía y le enderecé las puntas que parecían desaliñadas

Anatomía, bioquímica, cálculo, patología..., y fisiología molecular... había tanto por estudiar, y claro estaba mi pesado libro de física que no debía estudiar pero que yo me torturaba a estudiar solo para asegurarme que mi inteleecto sea lo suficientemente normal "según mis propios estándares". Creo que era hora de admitirlo, era una de esas personas osbesivas que cree que debe saber de todos los temas difíciles aunque no le fueran de utilidad, solo para comprobarse a sí misma que no es una completa ignorante y que tiene un coeficiente intelectual mínimo de aceptable cuando todo el mundo me consideraba una biblioteca parlante, todos decían que era demasiado dura conmigo misma y recurría a medidas extremas para estudiar.

Lancé mis libros sobre la mesa, limpié mis anteojos de lectura, amelia decía que con esos lentes me parecía a John Lennon, era un boludez de verdad, me confundía con un chico ¡mi propia mejor amiga!

— A ver... anatomía...sistema oseo, muscular, tegumentario, circulatorio, inmune, ¡Dios mío, cuantos nombres!, otro día Claudia, ahora tu prioridad es... que tal si vemos Neurología. Sos una genio, esto esta mucho mejor.

Acabé después de una hora con los apuntes revueltos en mi cuaderno, un dibujo del cerebro que ya de memoria me había aprendido a hacer y las reacciones químicas de cada hormona, al menos de las principales cuya formula me había costado casi tres meses fijarla bien, si, mi primer año fui adelantando temas de segundo año y así, iba adelantando temas, según Amelia era forma de atormentarme cunaod sabía demasiado. Las endorfinas eran mi especialidad, y no en vano había la analogía, cuando estudiaba producía muchas de ellas, las reacciones químicas de los fármacos en la actividad cerebral, todo era un tema basto, mi conclusión era que nosotros estabamos hechos de energía y el cerebro emitía electricidad y ondas como si fuera una radio, aunque según mi maestro de neurología es una forma muy coloquial de decirlo

—Más, a ver, Claudia, necesitás saber más, bioquímica, no digamos que es fácil, pero Armendariz te perdona algunos errores básicos que cometas porque siempre tengo las mejores calificaciones, que tal un poco de física...

Estuve estudiando miscelánea de bioquímica, física, con un libro encima del otro, y me harté, me estregué la vista y me volví a colocar los lentes, me paré del comedor y tomé el libro de la mesa de centro "Poemas completos" Alejandra Pizarnik

— Alejandra siempre ella— me senté a leer — sos la melancolía encarnada ¿sabés piba? pero me entendés mejor, a veces no necesitamos amor sino amar la vida solitaria porque es un privilegio no encajar

Sonreí ojeando las primeras páginas que estaban con marcadores en mis versos favoritos, algunos melancólicos y otros destructivos

—Ouch — sentí algo pequeño golpearme el cuello — quien diablos — levanté la vista y tomé el papel arrugado en la mano, era de un periódico viejo, de la sección de política — alcé las cejas en señal de sarcasmo — Cerati, en serio, vos de nuevo

— Solo quería saber como andás doctora, seguís estudiando

— Estaba descansando mi vista —¿sabés? llegás en el momento preciso a molestar, ¿quien te dijo que podías lanzarme un papel arruugado mientras estudio?

— Nadie — levanta las manos en señal de inocencia — admito que si quería molestarte un poco, quería saber que hacés

— ¿Sos un chismoso, verdad? No te cansás. ¿De veras que querés Gustavo? Creí que descansaría de vos al menos hasta mañana, pero aquí vas de nuevo

Cuando pase el inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora