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En lo que menos pensaba ya estaba en el departamento de nuevo. Por fortuna cuando volví la van estaba sola, seguro Gustavo había entrado a sacar las últimas cosas. No se que estaba sintiendo, me sentía extraña, inquieta, sin razón alguna, lo primero que hice fue cargar el café que había traído. Aunque mientras cortaba la bolsa de café no pude evitar ponerme de puntillas y mirar de reojo que hacía mi vecino rockstar o ya diría mi ex vecino. No es que fuera chismosa, sino que todo esto me pareció muy extraño e ilógico aunque con ellos esperar lógica sería demasiado pedir. Me senté en el sofá leyendo la revista the Science. Me restregaba la vista, aún estaba envuelta por los vestigios del sueño, no lograba enfocar bien la vista, aún con los lentes puestos.
Me dejé caer en el sofá, arellanandome en el. Bufe de cansancio, de nuevo mis ojos discurrían hacia la ventana
¡Por Dios Claudia, dejá de mirar, que hagan lo que se les antoje, a ti no te perjudica en nada!
El institnto seguia ahi latente. La cuestión era ¿por qué?. No era algo que te incumbiera Claudia, simplemente unos tipos que se quieren mudar y ya. Lo más paradójico de todo era que yo siempre podía tener vecinos y ni siquiera haber cruzado palabra con ellos en el tiempo que vivía cerca, aunque fueran años, normalmente conocía a los vecinos, rara vez por nombre sino por "la mujer del 402" "el hombre del primer piso" o de acuerdo a profesion u ocupación como "el que trabaja en la legislatura" "el profesor de contabilidad mercantil". La verdad es que en mi edificio por estar en el corazón del microcentro vivían gente con ese tipo de ocupaciones, con empleos cercanos. Pocos estudiante vivíamos aquí de hecho, solo Amelia y yo, y un chico que creo que estudiaba contabilidad que habíamos visto fugazmente pues siempre andaba apurado con su horario incluso hasta cerrársele la puerta en la cara pero con una mano dentro (me reí recordando la escena).
"Ponete a leer de una Clau, que los libros no se leen solos"
Necesitaba mi café o estaría a punto de fenecer. Estaba re inquieta, no se si por lo que acaba de pasar. Igual ya quitate eso de la cabeza, Claudia, por lo que más quieras.
Me sacudí el cabello en signo simbólico de arrancarme de lo que estaba pensando. Con parsimonia me encontraba de nuevo arellanada en el sofá, impasible a lo que pasaba alrededor, como siempre
El sonido de las llaves de Amelia anunciaron su llegada. Todo parecía en orden, demasiado en orden, al parecer
— ¡Hola! Traigo los pies muertos ¿sabés? El lunes es un buen día para vos, y para mi es uno de los peores
— Para vos todos son peores — sostuve con una media sonrisa
— ¡Mirá quien habla! La reina en quejarse de su suerte
— No es que me queje tanto — me encogí de hombros inmediatamente
— Has tenido suerte este año Claudita
Escuchar ese apelativo, me hacía hervir la sangre, lo odiaba con todas mis fuerzas. Sabía que ella lo hacía a propósito pues sabía cuanto detestaba escucharlo
— ¿Yo por que? No veo nada bueno en este año
— Habló la experta en enumerar lo peor. Me refiero en tu vida. Cada vez tenés más amigos incluso que yo, no lo entiendo, vos abrís unas cuantas veces la boca y todo el mundo parece querer hablarte
— No soy una persona extrovertida Amelia
— Lo se justamente por eso me sorprende. — se llevó las manos a la cintura con los labios entreabiertos — Siendo así hasta te has tenido a varios colados por vos. Eso incluye por supuesto al señorito de enfrente, quien diría te traes en el bolsillo a Gustavo Cerati y vos bien campante ahí leyendo tu The Scientist
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Cuando pase el invierno
RomanceSeptiembre de 1986 Claudia Villarreal es una brillante y algo obsesiva estudiante de medicina de la Universidad de Buenos Aires. Su vida comienza a cambiar cuando empiezan ruidos frente a su departamento: Soda Stereo, la banda del momento, había esc...