Capítulo XIX: Algunos cabos sueltos

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Segunda semana de octubre. Entraba la primera ronda de parciales. No era momento para tomarse un respiro. Pronto llegarían las vacaciones no tan vacaciones si ponía en marcha lo que tenía planeado hacer.

Solo una cosa que diría el señor Miyagi. "No olvides inspirar y expirar, muy importante". Amelia me había proclamado fan de Karate Kid hace mucho y yo claramente no podía llevarle la contraria

Hay ejercicios y ejercicios, hay muchos ejercicios que te sugiere el libro y otros en el que vos misma te vas por las ramas. Bueno, ese es el caso que me sucede muy a menudo. Me pasé la noche anterior resolviendo ejercicios de electroquímica. Poco tenía que ver con bioquímica y mucho menos con mi carrera pero en fin, era mi tiempo, era mi vida. Lo peor que sucedía era cuando me estancaba y me frustraba conmigo misma por no poder resolver.

Había amanecido con el lapicero en la boca y el cuaderno reposando en mi pecho. El ruido de la secadora de Amelia me despertó

— Dormida otra vez — alzó sus cejas quejumbrosa

Amelia ya estaba delante mío, muy temprano para boludearme

— No he estado jugando — contesté y mi voz se ahogó en un bostezo

— Hoy entro temprano y salgo como a las 5, ¿podés creerlo? ¡Es un horror!

— No peor que mis clases de anatomía

— Bueno eso está a discusión — refutó

— Es muy temprano para pelear — sostuve

— Misma ropa — me miró consultando y con tinte desaprobador como si tuviera derecho a criticarme, ¿quien se creía? Ahogué una risa burlesca

— Jodete — le tiré una frazada que encontré sobre la cama — ¿Sabés? Hoy tengo ganas de lavarme la cara, pasarme tres veces el peine y tomar mi bolso e irme a la facu

— ¿Ni un labial si quiera? — preguntó ofendida

— NADA — la espeté en seco disfrutando de molestarla

— Y luego te quejas de que digo que sos una aburrida para lo femenino

— Maquillarme no me hace más ni menos femenina pero si mella mi seguridad y confianza en mi misma — respondí apoyándome en la cama en una postura que hacía ver que yo me sentía triunfante y con la razón

— Vos no tenés necesidad de confiar en nada, siempre estás segura de todo, cerebrito

— Llamame como quieras, si te ofendí lo siento — le contesté al tiempo que metía mis cuadernos y lapiceros en mi bolso

— No dije eso, Clau, ya sabés, solo no critiques — bufó cansada

— No lo haré más, Ami. Al menos por hoy. Ya debo irme. Tengo bioquímica a la última hora pero por fortuna hoy salgo a las dos con treinta

— ¿Bioquímica? ¡eh! — Amelia abrió más sus ojos saltones y me sacudió por el hombro

— Si que tiene de ... extraño. Oh vaya ya entendí por qué — bufé de cansancio y rodé los ojos

— Con el profe guapo. Claudia nunca me dijiste que era así. Sigo molesta con vos por eso. Macarena me dijo que los vio y hablando contigo... y no decís nada ¡ingrata!

— Vos y tus amigas chismosas, hasta parece que tenés espías en toda la facu para identificar "chicos guapos"

— No me cambies de tema Claudia, siempre hablás con el — me encaró como si pudiera hacerlo

— Es químico, y sabés lo que eso significa que es una enciclopedia viva, y me puede ayudar con mis ejercicios de química

— Ajá si, que emocionante — con voz fingida de emoción — Claudia a veces no entiendo tu insensibilidad  — sacudió la cabeza con autoridad

Cuando pase el inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora