Capítulo III: Inmunidad

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Subí las escaleras e ingresé en el departamento con completa normalidad y una expresión de ingenuidad en el rostro, era esa expresión y el hecho que no comentara nada ni me quejara de algo, como el precio de las cosas, la inseguridad de la calle o cualquier tontería lo que hizo notar a Amelia que algo había sucedido.

— ¿Se puede saber por qué demoraste tanto? — preguntó alzando las cejas

—Solo estaba caminando abstraída, sumergida en mis pensamientos, y...

—¿Y?¿qué pasó? — la expresión de creciente intriga de Amelia me aturdía

— Nada, solo me crucé con el vecino de enfrente, me abordó, me hizo la conversa, luego me acompañó a la tienda, resulta que es Gustavo Cerati, de la banda de Soda Stereo, tu ya sabés no, y el tipo es un insistente y bromista empedernido me dijo para ir a tomar un café, obviamente le dije que no pero se quedó ahí aún insistente — pronuncié todo como si fuera lo más normal del mundo, de paporreta, con un tono de aburrimiento y hasta soporífero

Amelia tardó en reaccionar, aún estaba procesando mis palabras, así que le di un golpecito en el brazo

—¿Vamos a ver la película o qué?. No vamos a pasar la noche mirándonos las caras, ni hablando del condenado vecino así que ya — tomé el control — si no lo hacés vos, yo le pondré el play —continuó la película en el momento donde Daniel conoce a Ali — Dios mío! Siempre me emociona esta escena por más que pase el tiempo, ¿por qué te le quedas mirando así, boludo, eh? —me río de la película — es uno de los mejores romances adolescentes, es el clásico, ¿lo vas a negar Amelia? — le paso la mano varias veces frente a sus ojos para que reaccione y ella agarra mi muñeca con fuerza

— Vos... sos... una demente, ¿no? — dijo con fuerza y una extrañeza poco conocible — prefieres ver esa peli que vimos miles de malditas veces antes que contarme todo, acabas de conocer a Cerati y vos lo tratás como si fuera cualquier otro chico, ¿qué estabas pensando, maldita insensible? ¿no te causó nada?. Ese chico es guapísimo y vos por poco lo mandas a volar — en serio no quiero creerte como es que no le aceptaste el café, yo antes de que termine de decirlo hubiera aceptado, es un rockstar del momento, es guapo, talentoso y seguro muy romántico, sería un romance de película y vos, vos ni siquiera te inmutas, estás peor de muerta que un poltergeist

—Ay Amelia, no comiences, no es el único chico que hay en el mundo, y no es tan guapo, sabés, a mi me pareció que lo era porque por la ventana no le ví el desastrozo cabello que lleva, parece un trapeador, ¡Amelia, qué corte!, Dios mío, lo peor es que seguro cree que le queda bien, creo que ha limpiado el piso con su cabello, en fin, no es cuestión mía, creo que intenta copiar a The Cure que no son santos de mi devoción tampoco, pero le queda pésimo en verdad, si se cortara el cabello tal vez sería tolerable

— Es la onda del rock, boluda, esos peinados están de moda, y gustan a todo el mundo, vos sos la única que los ve mal

—Bueno solo doy mi humilde opinión, ¿si? ¿contenta? — ahora sí déjame seguir viendo la película

—¡Vaya señorita soy inmune a los chicos guapos! Solo decime una cosa, ¿si te invita a salir de nuevo, ¿le aceptarías? ahora que sabés que es Gustavo Cerati

—Lo pensaría ,aunque no creo que mi respuesta cambie, ya sabés no me quiero meter en líos de rockstar, ya bastante tengo con la universidad

Amelia alzó las cejas y nos quedamos en silencio

—Solo confieso que pensé que me iba a caer peor, no está mal pero tampoco es que quiera cruzármelo de nuevo — puntualicé desviando la mirada y removiendo con una cucharilla la taza de té verde que me había preparado antes de salir

—Huhum... si vos decís — dijo Amelia con incredulidad — aunque te veo bastante resoluta

—Lo estoy, no quiero líos y ni Gustavo Cerati ni el rey de España me hará cambiar de opinión

Amelia y yo nos callamos y continuamos viendo la película, había sido una noche distinto, un aura de paz reinaba y atisbaba más que el rayo de inquietud.

Intenté con mucho dormir, era casi medianoche, y tenía parcial de anatomía al día siguiente, tenía examen de inglés también pero eso era pan comido, no me preocupaba pero si la hora, quería salir antes de ese examen para tener más tiempo para estudiar anatomía, en serio ¿por qué ese maldito viejo no se moría?, me reí pensando en la posibilidad y en las distintas clases de muertes que podía tener, yo misma después de un minuto me sorprendió mi sadismo y me cubrí la boca como si hubiera dicho algo. Y..., por otro lado, estaba el músico argentino de enfrente, era un demente, podía asegurarlo, apenas me conoció y me invitó a tomar un café, ¡que atrevido! De haber aceptado se seguro nos hubieramos aburrido mucho aunque me hubiera encantado quitarle esa sonrisa boba del rostro al ver la decepción que se llevaría al salir conmigo. ¿Gustavo Cerati? ¿Por qué a mi? Podría molestar a muchas más chicas, me rendía de sueño con la esperanza de no volverlo a encontrar, pero en el fondo algo me decía que eso no sucedería y que no sería la única vez que lo vería. No sé si para mi desgracias o no...

Cuando pase el inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora