Capítulo XVI: En el subte

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[...]

Me seguía ciñendo las manos en la cintura, mientras le miraba con desprecio. Estaba molesta y le eché un vistazo a el que se encontraba casi a la entrada del callejón. No era posible que hagas eso Gustavo Cerati. ¿Que escondés, eh? Pero por lo visto nada bueno si tanto miedo le producía que me enterase. Exhalé rendida y me acerqué a el aún molesta por su inexplicable y estúpida forma de actuar. El me miró culpable apenas me acerqué y seguía exhalando humo por los labios como siempre.

— De verdad no quería hacer esto

— ¿Te referís a detenernos en un miserable callejón a esperar como ilusos a que pasen delincuentes?

— Si, algo así— su voz se oyó desanimada

— Me duele la espalda y la muñeca — me quejé — el iba a decir algo pero yo lo interrumpí — por tus estupideces — seguía culpándolo

— Ya, disculpá ¿dale? — se notaba que el no sabía ni siquiera como pedir disculpas

— La cuestión es porque hiciste eso

— Nada, no se, solo instinto — el insistía en ocultar su motivo detrás mientras le daba una calada a su cigarrillo

Como el no iba a decirme nada, no lograba más estando allí

— ¿Ya podemos salir? — pregunté mirándolo de reojo

— Dale, yo supongo que si Claudia — se rió nervioso y me volvió la mirada

Yo se la ignoré y salí de allí ajustándome la tira de mi bolso y comencé a alejarme

— ¿Que hacés, Clau? Me dijiste que me dejarías acompañarte

No le respondí y seguí caminando

— No me ignores así, dejame acompañarte, quedamos en eso ¿no?

— Eso fue antes que hicieras esa estupidez

— Ya te dije que lo siento — reiteró — y ¿a donde vas?

— Me voy sola en el subte

—¿Que? — ¡No! Yo te acompaño — dijo poniendose a la par conmigo de nuevo

— Dejame de seguir Gustavo

— No, esta oscuro Clau, no voy a faltar a mi promesa

— No me importa tu estupida palabra por favor, hacete a un lado — le dije caminando mas rápido y apartandolo con la mano y en medio de la calle pero el seguía detrás de mi

Intentaba caminar arrebatada lo más rápido que podía, para perderlo de vista pero cada vez que giraba una calle el volvía a aparecer.¿ A que estás jugando, Gustavo? Esto no es un juego, solo quiero que te largues. No podía pasarme nada pero obviamente si pasaba no lo culparía.

Finalmente llegué a la estación del subterraneo, baje las escaleras y me quedé esperando, supongo que en menos de cinco minutos llegaría el proximo. Cuando pensé que ya lo había perdido apareció en las escaleras buscandome con la mirada ¿De verdad? Que suerte la mía, es tipo bordea la locura, que paranoico

No podia ser, por Dios — me quería retorcer en mi sitio, no podía ir a ningún lugar y este era capaz de subirse en el subte conmigo

Se acercó con una expresión de preocupación. Me parecía ridículo y me miró deteniéndose a mi lado

— ¿Es en serio? — alcé las cejas

— Yo soy fiel a mi palabra, no te miento

— No te creo — me burlaba con sarcasmo

Cuando pase el inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora