Capitulo IX: Interrupciones

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Conseguimos entrar en el departamento antes que la puerta se cierre de golpe, Amelia se me adelantó mientras charlaba con Charly, era increíble cómo podía hablar con tanta naturalidad y entusiasmo cuando en ese momento yo quería que me tragara la tierra o al menos el premio consuelo de estar tranquila en mi cama hundiendo mi cabeza en la almohada.

Gustavo se quedó al lado mío pues Charly también lo había dejado de lado. Vi que Charly le indicaba las escaleras a Amelia así que seguí el mismo camino mas andaba cabizbaja. Gustavo se aclaró la garganta y levanté la vista por el ruido que hizo y me miró riéndose.

— Veo que Charly si pudo convencerte pero yo no — comentó riendo y mofándose con fingida ofensa

— No te ofendas, no es personal ¿sabés? — repuse con una sonrisa cansada

— Solo que tal vez te gusten más sus chistes

— El no es tan insistente como vos pero no creas que acepté porque quería, creeme, Cerati vendería mi alma al diablo por estar en mi departamento respirando tranquilidad pero prácticamente me han dejado sin más opción— sonreí con ironía— me dio pena su forma de convencer "pobre músicos", ¿no? — recordé riendo

— Si, che, lo escuché, Charly es un boludo como te dije, hablá cada estupidez pero es algo conveniente a veces también

— ¿Ah si? — pregunté con falsa sorpresa

— Tenerlo aquí y escucharlo hablar y hasta moverse es un mate de risa, es nuestro blanco de burlas

— Es que en serio da pena — le dije sin aguantar la oportunidad de burlarme

— Lo se, lo se, el pobre pibe hasta su cara da pena

— Me has leído la mente, no pensaba decirlo pero vos ya lo dijiste, da pena — confesé con clara mofa en mis mejillas que incluso comenzaban a colorarse por estar reteniendo la risa

— Es cierto, no estamos cometiendo un crimen por decir la verdad, ¿no creés Clau? — habló aún con su sonrisa burlona

— Esa excusa me tranquiliza — le respondí mientras ocultaba la sonrisa bajando la cabeza pero la levanté y lo vi igual de burlón y acabé por ceder y reírme, ambos lo hicimos cuidando calmarnos antes de llegar arriba.

— Y bien... Gustavo, les presentamos...

— Ah si! — exclamó Gustavo exhalando — esta es nuestra humilde morada, donde nacen nuestras canciones y también nos llega inspiración, bueno desde hace un exactamente tres días — terminó riendo y Amelia y Charly se le uniendo y yo solo esbocé una sonrisa forzada

— Veo que no han arreglado mucho — comenté mientras avanzaba hacia un rincón del salón

El salón era amplio, con las paredes color gris y unos paneles color beige por el lado izquierdo y derecho, en la parte trasera y casi bordeando las tres paredes posteriores del cuarto un montón de equipos negros, especie de sintonizadores, esos que habían en las disqueras, pasé mi mano por uno de ellos, y tenían tantos botones que debería ser un loquerío intentar usarlas, igual no lo necesitaba. Mi mano seguía reposando allí y Gustavo se paró al lado mío y colocó su mano en el mismo sintonizador a unos centímetros de la mía, lo quede mirando extrañada y el se encogió de hombros.

—¿Que les pareció, chicas? — Cerati lanzó el comentario al aire

— Yo digo que ustedes son unos músicos muy activos, cuantas cosas y cables, van a terminar enredándose — Amelia respondió por ambas

Charly y Gustavo rieron a carcajadas mirándose

— No tanto, pero básicamente pasamos la mayor parte de nuestro tiempo aquí en el estudio así que...

Cuando pase el inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora