Capitulo XIII: Bajo una luna hostil (parte 2)

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El bus me había dejado en la Plaza de Mayo y caminé molesta y supongo que también distraída porque di un paso en falso mas de una vez. Serían casi las ocho o quizás más. Seguí sin parar con envidiable inmutabilidad. Inmume a cualquier cosa; el viento golpeaba mi cara. Al fin faltaba poco una cuadra más y llegaba a mi edificio y por fin podría descansar. Estaba cada vez mas cerca de llegar a y divisé una sombra, había alguien en la escalinata pero no le presté importancia y seguí con la mirada fija en la puerta más que cualquier otra cosa

— ¡Ey, Clau! ¡Hola! Saludá al menos ¿ no? — escuché a alguien decir, me volví: era el loco de gustavo con su pelo tan característico que le caía como cascada sobre un lado de su hombro

— Hey. Uhm, hola — mi voz estaba débil y confusa, fue más de compromiso que lo saludé

— Bueno ahora soy invisible — se quejó

Mi sonrisa en respuesta fue forzada y mi mirada perdida

— Ya me tengo que ir, buenas noches — me despedí y estaba a punto de irme pero el volvió a interrumpir

— ¿Ya te olvidaste?

— ¿Que cosa?

— Nuestra salida, quedamos en ir a la pizzeria

— Ah! — me quedé boquiabierta — es verdad, gustavo, lo siento, lo había olvidado por completo, pero ya es tarde así que... — mi tono de resignación como quien busca una escapatoria no convencio a gustavo y como es la terquedad andando optó por insistir

—Clau, creo que aún hay tiempo podemos ir, ¿que decís? La pizzeria no queda muy lejos, si querés te llevo en taxi — se rió

— La verdad es que no tengo ganas, Gustavo — le repliqué sincera pero en tono abatido

— ¿Te sentís mal? Pasá algo?

— He tenido un día espantoso en la facultad

— Entiendo, no te preocupes, pero siempre puedo intentae sacarte una sonrisa ¿sabés?

— No se, loco — esbocé una pequeña sonrisa —¿de verdad querés pasar el rato conmigo con este humor maldito con el que estoy? — repliqué con ironía

— Si, es divertido, escucharte hablar, contarme tus anécdotas, andá y te ayudo a rajar un poco, siempre te puedo hacer reír aunque sea con mis boludeces prometo que haré mi mejor esfuerzo, no creo que las personas que te causaron este ánimo merezcan que estropees tus planes por ellos, ¿no? ¿O querrás perder tu pizza gratis? — el sabía muy bien con que treta convencerme

— No, eso no, te juro Cerati. Bien que sabés como convencerme, pero el primero si fue un argumento dificil de rebatir eh! — me burlé un poco — mais, perdon, pero en realidad no tengo ganas de ir a la pizzeria

—En esa caso, ¿que te parece si... bueno podríamos hacer esto, voy por las pizzas me esperás aquí en la escalinata y luego las comemos en mi azotea? Como lo ves?

— Eso suena bastante original la verdad, esta bien Gustavo, bajo tu responsabilidad, tr advierto que esta noche no soy la mejor compañía — sonreí suave— andá por esas pizzas, apurate, me muero de hambre

— No que no tenías hambre, que bandida que sos clau, ahora vuelvo y ni si se te ocurra desaparecer y dejarme plantado

— Tranquilo, aquí te espero, ni creas que voy a dejar que te comas todas esas pizzas solo y sin invitarme

El se fue y dejé mi bolso en el suelo y saqué de él mi walkman negro, me coloqué los audífonos, me dio risa pensar que estaba pausada en una canción de Dire Straits, no eran mi favorito pero fue regalo de una desubicada tia que cree que a todos nos gusta lo mismo pero tampoco es que estuviera mal. Dejé que terminara y tuve que soplarme canciones por el estilo. The Police, miré, esto si es perfecto para la noche. El Stereo reproducía la clásica tonada del comienzo de ese temazo de Synchronicity, era demasiado bueno aunque siempre había tenido mis reparos por su significado ambiguo.

Cuando pase el inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora