Parte 35: Alguien nuevo

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Aún medio dormida, siento a Peeta resbalándose de mis brazos y me aferro a él con fuerza. No quiero que se vaya. No quiero que me lo quiten.

— Sólo voy a la panadería. No quería despertarte - su voz termina de despertarme por completo y me doy cuenta de que nadie me lo va a quitar. Lo suelto.

— Lo siento -

— ¿Tuviste otra pesadilla? - sí, sólo que una diferente. Una sobre nuestro hijo. Aunque no fue tan mala..... fue más realista. Y eso es lo que me asustó.

— No fue una pesadilla..... fue como un mal sueño - él enarca una ceja.

— ¿No es lo mismo? -

— No. Una pesadilla es..... más fuerte - él se limita a asentir.

Me da un suave beso en la frente y comienza a cambiarse y peinarse. Yo me acomodo en la cama e intento volver a dormir. Pero los nervios me mantienen muy despierta. Le voy a contar a Peeta hoy. No hay una razón específica para que sea hoy, sólo quiero que lo sepa. Sé que estará más feliz que nunca. Podría posponer, pero conociéndome, pospondré todos los días hasta que él acabe enterándose por accidente.

— Ya me voy. Voy a intentar salir temprano, ¿okey? -

— No necesitas salir temprano -

— Prefiero estar contigo. Además, llevo toda la semana regresando tarde - me da un pequeño beso en los labios y sale de la casa.

Me vuelvo a acomodar entre las sábanas e intento dormir. Cierro los ojos y siento mis músculos relajarse, pero mi cerebro sigue pensando. Tengo una idea de cómo quiero decirle, pero realmente no tengo nada planeado. Sólo sé que cuando él llegue yo estaré aquí arriba, esperándolo para contarle. 

***

Sigo escribiendo sin detenerme. Escribo todo lo que pienso y siento, no me salto nada. Mis ojos dejan de ver y sólo funciona mi mente. Mi psicóloga me recomendó escribir lo que siento, y no pensé que fuera a funcionar, se me da muy mal escribir. Pero acabó sirviendo. Casi todos los días me siento en el escritorio de mi habitación y comienzo a escribir. Me desahogo y luego quemo la hoja. Si pudiera probablemente me las quedaría, pero Peeta no debe encontrarlas. Escribo tantas cosas negativas que se asustaría.

Cuando vuelvo a centrar mis pensamientos en lo que escribo, noto que el bolígrafo se había quedado sin tinta hace un buen rato, y que ni siquiera lo había notado. Estoy muy estresada. He intentado calmarme varias veces, no quiero tener un episodio, pero mi mente le da vueltas y vueltas a lo que pasará. Nuestras vidas van a cambiar para siempre, nada volverá a ser como antes. ¿Y si reacciona mal? No, él mismo me lo pidió. Quizá no estemos listos para una responsabilidad tan grande. 

Escucho la puerta abrirse y mi corazón se detiene. ¿Tan rápido pasaron las horas? ¿Llego muy temprano? Ya almorcé, pero no pensé que llegaría tan pronto. Me comienzo a estresar. No he planeado absolutamente nada. Sólo esperaba que la conversación me ayudara a sacar el tema de alguna manera. 

Intento calmarme. No tengo que exaltarme tanto. Simplemente decido continuar con lo que estaba haciendo. Reviso la hoja, no hay nada muy profundo escrito en ella, se me acabó la tinta antes de que pudiera escribir mucho.  Arrugo el papel y lo tiro a la basura. Camino por la habitación, buscando algo que hacer. Escucho los pesados pasos de Peeta. 

— Hola, cariño - Haymitch hizo que ese apodo no me guste, y Peeta a veces lo usa para molestarme, pero de alguna manera está bien cuando él lo dice. Escuchar su voz hace que un escalofrío me recorra el cuerpo. 

— Hola, ¿cómo te fue? - digo mientras volteo a verlo. Está cubierto de harina. Su cabello está básicamente blanco y tiene un poco en la cara.

Volver contigo - EverlarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora