Parte 36: Pedazo de estrella

96 2 0
                                    

Estamos sentados en la mesa comiendo el delicioso espagueti que Peeta cocinó. Se me escapó el comentario de lo delicioso que sería espagueti para la comida, y él lo cocinó. Me sentí un poco mal por hacerlo cocinar, no lo decía con intensiones de que me lo preparara. Pero así es Peeta, podría decirle que quería un pedazo de estrella y él buscaría la manera de conseguirlo, y lo peor es que no exagero. No puedo evitar pensar en cómo reaccionaría ante esa petición, y mis pensamientos intrusivos me ganan. 

— Peeta.... - digo terminando de tragar el espagueti que me he llevado a la boca. 

— ¿Sí? - 

— Quiero un pedazo de estrella - él se detiene unos segundos a procesar mi comentario.

— ¿Eh? - 

— Un pedazo de estrella. Quiero uno - repito. 

— Quieres un..... ¿pedazo de estrella? - hago el esfuerzo por no soltarme a reír. 

— Ya lo repetí dos veces...... ¿te sientes bien? - 

— Pues técnicamente estamos hechos de polvos de estrella, así que no será necesario que vaya al espacio a traerte una - dice sonriendo. Me quedo mirándolo, completamente seria. Como si estuviera hablando en serio. Quiero asustarlo. — Espera, ¿lo dices en serio? - 

— ¿Para qué más te lo diría entonces? -

— ¿Para qué quieres un pedazo de estrella? Ya me tienes a mí - me esfuerzo por no reírme de su broma. 

— Peeta... - digo con un tono severo. 

— ¿En serio quieres una? Es decir, sabía que el embarazo te traía un poco desubicada pero.... - 

— Ey - contengo la risa lo más que puedo y siento que mi vientre va a explotar. 

— Bien, bien. Ya, hablando en serio. No entiendo por qué quieres una, pero si tanto la quieres........ quizá podríamos preguntarle a Effie o.... - verlo intentando descifrar cómo darme algo que hasta él sabe que no puede darme me mata de risa y amor. Dejo a la risa salir, interrumpiéndolo y confundiéndolo.

— Sólo bromeaba. ¿En serio me ibas a dar un pedazo de estrella? - 

— Si tú lo querías, lo conseguía - awww. 

— Te amo - 

— Yo también te amo - mis ojos comienzan a aguarse por alguna razón. Las estúpidas hormonas no me ayudan, odio verme débil frente a los demás, incluso Peeta. — Ey, ¿vas a llorar? No, por favor no llores.... - las lágrimas ya habían comenzado a caer incluso antes de que terminara la frase. 

Él se levanta de la silla y me rodea con sus fuertes brazos. Hundo mi cabeza en su hombro. Dios, no sé qué me pasa. 

— Lo siento - sollozo. 

— Está bien. Llora lo que necesites - 

— No quiero llorar - elevo la cabeza para mirar sus ojos, siempre me traen calma. Cuando nuestros ojos se encuentran veo que Peeta tiene una gran sonrisa dibujada en la cara. Incluso pareciera que le acabo de dar un regalo. — ¿Qué? - él parece entender a lo que me refiero. 

— Es sólo que..... no me gusta verte llorar, claro. Pero cuando te pones tan sensible para mí es sólo un recordatorio más de que llevas a mi hijo dentro - le respondo con un pequeño beso. Que manera más bonita de verlo. 

Nos quedamos unos minutos más abrazados. Sólo sintiendo la respiración del otro hasta que Peeta vuelve a su asiento y continuamos comiendo. Me acabo el plato con una velocidad impresionante. Es extraño, a veces tengo muchas ganas de comer y a veces no puedo llevarme a la boca ni un pedazo. 

Volver contigo - EverlarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora