1 ~ El reencuentro.

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Luego de 4 horas de vuelo, finalmente mi avión aterrizo en Londres. Estoy tan emocionada de estar acá, de poder ver a mi familia nuevamente, a mis amigos, que posiblemente no existe palabra que pueda definir esta sensación  que tengo en la boca del estomago.  

Sinceramente, extrañaba mucho mi país, mi cuidad, mi casa. Su peculiar aroma, sus edificios antiguos, su gente, sus calles, la ropa de alta costura, todo.

Llevo tres años viviendo y estudiando en Manhattan, Nueva York, y no ha sido fácil para mi el haberme alejado de mi familia. Ha sido algo duro. 

Durante todo este tiempo en Estados Unidos, he conocido mucha gente encantadora, he hecho grandes amistades, de todas partes del mundo, pero, no se comparan con la familiaridad que me transmiten mis viejas amistades británicas. 

Debo admitir que, la carrera de leyes me tenia muy consumida, prácticamente no tenia vida social; del apartamento a la universidad, de allí al trabajo, y del trabajo a la casa. En eso consistía mi rutina diaria.  Por eso, este verano solicite permiso a mis jefes, para viajar a la casa de mi familia, ya que son ellos los que constantemente viajan a verme. Creo que es el momento de ser yo quien venga a verlos.

Ademas, quería alejarme del estrés vivido en las calles de la gran manzana, el estrés laboral, y simplemente relajarme. Sin olvidar -por supuesto-, visitar las mejores tiendas de los centros comerciales.  

Extrañaba mucho a mi madre, no he dejado de hacerlo desde que me fui. Gracias a Dios que la tecnología ha avanzado tanto, que tenemos Skype para comunicarnos diariamente. Muero por abrazarla, la ultima vez que fue a Manhattan, fue hace seis meses; ¿su cabello seguirá igual?

También quiero ver a mi hermano mayor, David. Mi mejor amigo en todo el mundo. Me muero por abrazarlo, para sentir esa cálida sensación de protección que solo el puede transmitirme, luego de la muerte de nuestro padre, del cual casi nunca hablo.  

Mi hermano tiene 23 años,  dos años mayor que yo. El, estudia Comercio Exterior en la universidad de Oxford. Aparte, trabaja en el puerto de Londres, controlando y supervisando cada una de las embarcaciones que llegan a la capital; control aduanero... creo que así se llama.

Cuando por fin consigo mi maleta, la tomo y comienzo a arrastrarla hacia la puerta de acceso. Una vez fuera, saco mi celular del bolsillo y llamo a mi madre. Esta me contesta al segundo tono.

-¿Alexa? -dice, desde el otro lado de la linea. Casi puedo imaginármela con su brillante sonrisa de oreja a oreja. Sonreí, mientras me acercaba a la linea de taxis, que se encontraba frente a mis ojos.

-Si madre, soy yo -contesté-. Ya he llegado al aeropuerto. En este momento voy a tomar el taxi hacia la casa, creo que llegare para la hora del almuerzo.

-¡Que alegría, cielo! -exclamo algo nerviosa-. No te quitare mas tiempo, toma ese taxi. Ansió verte, mi niña. Llámame cuando estés cerca de casa. Te quiero. Adios.

Y colgó.

Eso me extraño. Mi mamá sonaba agitada, acelerada, nerviosa, e incluso hasta cansada. Como si estuviera moviendo todos los muebles de la casa mientras hablaba conmigo.

De repente algo hizo click en mi cabeza.

Mi madre seguramente esta preparando una sorpresa para mi. La conozco perfectamente bien y se que algo planea. O esta limpiando... en fin. Sacudí la cabeza,disipando una cantidad de ideas que empezaban a acumularse en mis pensamientos. No voy a pensar en eso. Debo llegar a casa lo mas rápido posible y ayudarla en lo que sea que este haciendo.

En el momento en que guardo mi móvil en el bolsillo trasero de mi pantalón, mi cuerpo impacta contra una figura masculina, que iba a paso veloz.

-¡Ouch! -me quejo, ante la punzada de dolor en mi hombro.

Good For You | EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora