41 ~ "Necesito verte"

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Me encerré en mi habitación, luego de salir corriendo del patio. Antes de irme, escuche algunas palabras que Vanessa le gritaba molesta a su novio, pero me sentía tan mal que no me quede para verlo.

Sentada en el suelo, con la espalda y la cabeza contra la puerta, me abrace a mi misma y deje que las lágrimas cayeran. No entendía nada y me dolía todo. ¿Por qué coño me trata así? ¿Qué coño le pasa? Yo no merezco que él me trate con tanto desprecio.

Yo no me merezco esto. Yo no me merezco esto... –repetía una y otra vez dentro de mi cabeza.

Allí, en el suelo, sentía como el aire se escapa de mis pulmones mientras yo continuaba hundiéndome en mi miseria. Sollozaba y sollozaba. No recordaba las horas que habían pasado desde que llegue a la habitación. Pero parecían tan solo segundos.

Me dolían las piernas, pues estaban acalambradas. Me dolían mis músculos agarrotados y los ojos me ardían de tanto llorar.

Decidí levantarme lentamente y como pude, camine hasta mi cama. Estaba tan ausente y tan perdida, que creo que ni siquiera camine, sino que me arrastre por el piso.

Me tendí sobre la cama y abrace una de las almohadas, necesitaba descansar y dejar de pensar. Sin embargo, continúe llorando por un buen rato. Recordando lo hermosa que era la relación que yo tenía con mi hermano, antes de que Harry lo arruinara todo. ¿Qué digo? Harry no tiene la culpa de esto. Ningunos de nosotros la tiene...

Yo estaba dispuesto a perdonarlo, a olvidar todas las cosas feas que me había dicho, pero con esto ni pensarlo. Con su desprecio, solo ha logrado levantar un muro entre nosotros mucho más alto.

Y no... no será fácil de derrumbar.

La luz del día se coló por mis cortinas, dándome la noticia de que otro día comenzaba. Me levante con un tremendo dolor de cabeza. Los músculos me dolían cada vez que realizaba un movimiento.

Una vez en el interior del baño, ni me moleste en verme en el espejo, debo de tener bolsas debajo de mis ojos. Así que, solo me despoje de la ropa del día anterior y me metí en la ducha.

No encendí en calentador, quería que el baño fuera con agua fría. Necesitaba despertarme completamente, sentir aquella vitalidad que despertaba el agua fría contra tu cuerpo.

Al terminar con todo referente al aseo y vestirme, salí de mi habitación con celular y monedero en mano. Tenía un hambre horrible, pero no pensaba desayunar aquí. Quería desayunar afuera. No quería tropezarme con David en ningún rincón de la casa.

Fui hasta la habitación de mi madre y me sorprendí al encontrar la cama tendida. Ella no paso la noche aquí, sino con sus amigas.

Mama cada vez me impresiona más. Se ve muy repuesta, alegre y con nuevas amistades. David y yo creíamos que después de sufrir ese colapso nervioso tras la muerte de papa, Sony seria otra. Pero nos sorprendió, sobrepasando ese dolor y siguiendo con su vida, tal y como mi papa lo hubiera querido.

Revise la cocina, antes de salir de la casa. Ahí, tampoco estaba mama, pero si estaba un reguero de platos, vasos y utensilios sucios. Más le vale a David limpiar eso, antes de que llegue mama y explote en cólera.

David bajaba las escaleras en bóxers, cuando yo me dirigía hasta la entrada. Ni siquiera me gire a verlo, cuando él me hablo con voz tensa:

– ¿A dónde vas?

–Eso no te importa –espete, al tiempo en que abría la puerta y la cerraba de un trancazo.

Luego de desayunar café en Starbucks, decidí caminar un poco. No tenía un rumbo fijo, solo no quería llegar a casa y encontrarme con mi hermano.

Good For You | EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora