23 ~ Miedo al abandono.

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Nota previa: Capitulo especial, regalo por los 5000k. 

Espero que con este capitulo entiendan un poco mas a Harry, el cual..., siento que es un personaje bipolar con sus sentimientos. Sin embargo, eso es lo que hace a este personaje diferente y complejo para mi.  Espero y lo amen igual que yo. 


Narra Harry.

Subí al segundo piso y entre a mi habitación sin hacer mucho ruido. No quería despertar a Tiffany. Sin embargo, mis esfuerzos fueron en vano por que ella ya estaba levantada, estirando las sabanas de la cama. Sus ojos azules pasaron de mi rostro, a mis manos, donde cargaba la bandeja con su comida.

Yo contuve la respiración, sin tener en claro porque, cuando ella soltó un suspiro que dio a entender lo mal que le hacia verme. Las bolsas de agua bajo sus ojos, no me pasaron desapercibidas, quise golpearme cuando un escalofrió recorrió mi cuerpo de pies a cabeza.

-Deja eso, Sophia lo hará -le dije suavemente.

-Esta bien, ya lo he hecho -murmuro, su voz sonada débil y ronca de tanto llorar.

-¿Como dormiste?

Mala pregunta, Styles.

Ella soltó un jadeo incrédulo, dejando caer el peso de su cuerpo en una pierna, mientras negaba con la cabeza y pellizcaba el puente de su nariz.

-Eres increíble, Harry -chasqueo la lengua, alejándose de mi.

Me estremecí.

-¿A dónde vas? -le pregunte, algo nervioso.

Mi corazón se contrajo. Si ella se iba... no, ella no se puede ir, ella no me puede dejar.

-Al baño. -contesto, mostrando su dedo del medio.

-Muy graciosa -rodé los ojos.

Tiffany tiro la puerta de tras de ella, sorprendiéndome. Aunque, entendía la razón de su fría actitud. Mis mentiras eran la razón.

Coloque el desayuno en la superficie de la cama y fui hasta la mesilla de noche, en busca de mi móvil. Busque entre mis contactos el numero de uno de mis amigos, y presione llamar. Este sonó dos veces, antes de que fuera contestado.

-¿Que hay, Harold? -dijeron al otro lado de la línea.

-Hola, Liam -salude a mi amigo, con una sonrisa torcida.

-Suenas mal... -mierda, sí que me conoce bien. -¿Qué pasa? -pregunto.

-Tengo algunos problemas y necesito a alguien con quien desahogarme. -le murmure, caminando hacia el balcón de mi habitación. Abrí la puerta-ventana y salí al exterior mientras el aire sacudía mi cabello. -Y... así que pensé en ti...

-Y, necesitas que te ayude -recompuso la oración, ayudándome un poco con las palabras. Me estaba ahogando en un vaso de agua, estaba hecho un manojo de nervios y desespero. Estaba presentando un ataque de ansiedad.

-Sí, ¡exacto! -dije- pero, mas como especialista, que como amigo.

Liam era psicólogo. El puede ayudarme a despejar la mente, aclarar algunas dudas y ayudarme a conseguir una solución a todo este caos en mi cabeza.

-Okey -se rió por lo bajo. -¿Quieres que nos veamos en mi consultorio en media hora?

-Si, por favor.

-Okey, nos vemos entonces.

-Nos vemos, Liam -murmure, cortando la llamada.

*

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