— Entonces el nombre de Cherry es en realidad Georgina Santos — dijo Ray en voz queda.
Me maldije porque hasta hace solo unos segundos no sabía ni siquiera su nombre real aunque la chica me había pedido que fuera a su boda. Ray tampoco lo sabía con certeza y se había visto terrible cuando le había avisado a su prima y pedido que fuera a la comisaría.
Thomas estaba de pie a un lado de mi silla en el escritorio paralelo a la pizarra, había colocado una de sus manos en mi espalda para ayudarme a sentar en la silla hacía unos minutos y no se había apartado desde entonces, desplazando su toque de mi espalda a mi hombro cuando había tenido que hacer una llamadas y dado un par de órdenes para que trajeran a un retratista y un oficial uniformado para que me tomaran la declaración. Sentí ese toque como un ancla que me mantenía en el suelo en medio del vertiginoso momento.
Él colgó el teléfono sin muchas ceremonias y rodeó la silla para volver a arrodillarse a mi lado, sus ojos profundo azul aunque serios guardaron un poco de la pasión y gentileza a la que me estaba acostumbrando.
— Necesito que me cuentes lo que sabes, Tarah. Pero si sientes que es demasiado...
Negué.
— Yo puedo.
Tenía las tripas revueltas y como que realmente tenía fiebre y migraña, pero esto era más importante.
— De acuerdo — él rozo las puntas de sus dedos en mi mejilla antes de levantarse, la mano regresó a mi hombro.
Miré la foto en el tablero de una guapa rubia con una sonrisa alegre que la chica llamada Saint había sacado de una carpeta policial sobre violencia doméstica, pero después al parpadear recordé la otra foto que había visto colgada en el muro de la misma guapa rubia con el rostro amoratado y... muerta
— La conocía desde hace dos años cuando comencé a trabajar en el La Folie, no éramos cercanas más que compañeras de trabajo pero era una chica muy dulce y amable. Hace tres meses había un hombre en el bar que decía ser el hermano de Cherry y que ella no negaba, pero había algo raro alrededor de ellos — mis ojos se nublaron con el recuerdo — Un día los sorprendí besándose en el baño…
Mis labios se congelaron alrededor de las palabras. Que estúpida había sido. Si tan solo yo hubiera sido menos cobarde. Más abierta en mis relaciones. Ella había querido ser mi amiga.
— Eran novios — especuló Jules con sus cejas arqueadas.
— No — sacudí la cabeza con vehemencia, señalé hacia la foto en la pizarra — Otro chico, David, era su novio.
Hubo una pausa en la que no hubo necesidad de las palabras para transmitieran sus sospechas.
— No era ese tipo de chica — aclare — Yo... hasta ahora me doy cuenta.
— ¿Ahora? — preguntó Ray
Con el dorso de la mano me froté la frente. Que estúpida. Estúpida había sido.
— Somos bailarinas, no prostitutas. Y sé lo que todos en esta habitación pensáis y sí, hay un par de mujeres que eligen irse con un hombre diferente cada noche pero Cherry no era una — apreté mi mandíbula, frotando un dolor sordo sobre mi esternón mirando alrededor de la habitación hasta encontrarme mirando de nuevo la foto de Cherry en el lago, la mano de Thomas bajó un poco para tocar ese mismo lugar y así como así ya estaba aliviada, con el roce de nuestros dedos. Respiré hondo y continué — Tenemos una palabra. Si algún cliente nos acosa hay que decir, escribir o gritar «locura» y alguno de los guardaespaldas llegaría. Cuando los encontré en el baño ella no lo hizo pero había algo extraño en su mirada, ella me dijo que se trataba de su ex-novio de la infancia y que como se iba a casar pronto querían recordar antes de la boda. El tipo no volvió a aparecer después y ella parecía muy feliz con la boda. Le creí y lo olvidé. Hasta hace dos días cuando otra compañera me contó que no se iba a casar porque aparentemente David la había golpeado.
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Rómpeme +18.
Teen FictionÉl lucía como alguien que caminaría directo al infierno. Thomas Peterson, teniente de la policía de Nueva York, era un riesgo para cualquier corazón ya sea que estuviera roto o no. Dominante, arrogante y en general un cretino sabe lo que quiere y cu...