Puede que haya entrado a un bar con una identificación falsa, puede que me haya ligeramente emborrachado, puede que le haya coqueteado a un completo desconocido y puede que haya ido al departamento de este hipotético desconocido.
Y todo por unas bragas rotas.
El hombre avanzó hacia el frente, su firme pecho haciéndome retroceder rápidamente hasta que mi espalda chocó contra la pared, varios objetos colgando sobre mi cabeza vibraron haciendo un pequeño estruendo en el inmaculado silencio, con una patada cerró la puerta de un golpe que también hizo estremecer todo el umbral; me separé de su boca echando la cabeza hacia atrás. De repente muy enfrascada en los ruidos. El tintineo de unas llaves, mis pies embutidos en botas de caña alta rasgando en la alfombra rugosa, su ágil boca succionando avidamente un costado de mi cuello y ese ruido constante que salía de mi garganta, como el más primitivo de los gemidos. Dios mío.
Y luego una risita cuando su barba rasposa entró en contacto con el lado derecho de mi cuello, era peculiar y horriblemente sensible justo de ese lado.
Me agarré de los hombros del chico para luego soltar una sonora carcajada, que yo estuviera ebria solo la hacía más hilarante. Sus labios sofocaron mis risas a la vez que sus manos bajaban hasta mis muslos, apretándome mas contra su firme erección, solté un jadeo mientras mi cuerpo correspondía chocando contra él una y otra vez. Dios, moriría si se detenía ahora. Me condujo por el pasillo, cruzando todo el departamento hasta lo que supuse su habitación, doblando la mano por la espalda abrió la puerta y él me empujo dentro. Un halo de luz nocturna entró por los cristales y llegó hasta su rostro, iluminándolo parcialmente; rasgos fuertes y marcados de la forma perfecta para ser admirados por horas, los labios carnosos, pero lo más impresionante eran sus ojos, del tono mas oscuro de azul, zafiro, una mirada que congelaba a cualquiera. Sus ojos era en lo único que me había fijado antes, hace tan solo unas horas que lo "conozco", después de unas cuantas miradas lascivas y muchos, muchos tragos no me importaba que fuera un completo desconocido. Lo quería para mi.
Salté enrollando con firmeza las piernas en sus caderas, mostró su contento apretando mi trasero. No teníamos suficiente el uno del otro. Queríamos más. Su boca atacó mi barbilla y después mi boca de nuevo; lamiendo, succionando, mordiendo, besando... Oh, cielos. La excitación rebasaba todo los limites existentes, estaba a poco de explotar. Comenzó a avanzar y hasta para ese momento noté que estaba realmente borracho, ambos lo estábamos, sus pasos se cruzaban y trastabillaba. Me tiró a la cama donde rebote y reí tontamente, se subió encima de mi y yo lo recibí con las piernas abiertas, con dedos torpes quitó el cabello que había caído en mi rostro para después tomar mis mejillas y apretar mis labios con los suyos, sus movimientos eran expertos y me volaban la cabeza a cada segundo.
Era un muy buen prospecto para pasar una buena noche.
Lamió mi labio inferior y después los abrió usando su lengua, me acarició con ella hasta que mis gemidos sobrepasaban el techo. Su sabor era una perfecta mezcla de gélida menta y ardiente alcohol. Exquisito. Nunca antes me había sentido tan fascinada con el sabor de la cerveza rubia, normalmente me provoca arcadas pero en este momento estoy rogando porque no acabe.
Agarré el dobladillo de su camiseta negra y tiré de la misma hacia arriba, con desesperación por sentir su musculosa piel, mientras que él seguía dándoles explicita atención a mis labios. A regañadientes se separó y apartó las manos de mi cintura para pasar las mangas por sus brazos y cabeza, aprovechó estar medianamente erguido sobre mi para bajar el cierre de mi vestido que para su suerte estaba al frente, sus dedos eran tan torpes que no logró bajar mas allá de mi abdomen, gruñó de una manera bastante primitiva antes de tomar con los puños ambos lados de mi vestido.
— Oye, oye — coloqué mis palmas encima de sus capaces puños antes de que pudiera desgarrar la brillante tela. Sus adormilados ojos encontraron los míos y negué con la cabeza como si regañara a un niño pequeño — Ni se te ocurra romperlo — advertí bajando el cierre yo misma.
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Rómpeme +18.
Teen FictionÉl lucía como alguien que caminaría directo al infierno. Thomas Peterson, teniente de la policía de Nueva York, era un riesgo para cualquier corazón ya sea que estuviera roto o no. Dominante, arrogante y en general un cretino sabe lo que quiere y cu...