𝟐𝟕. 𝐥𝐚 𝐛𝐫𝐨𝐦𝐚, 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞 𝟑

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Advertencia: cortas menciones de trauma religioso
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SIRIUS BLACK GOLPEÓ SUS PUÑOS EN LA PUERTA DE LA PROFESORA MCGONAGALL FERVIENTEMENTE, SUS OJOS inundados de lágrimas que nunca tocarían sus mejillas. No lo permitiría.

La puerta se abrió después de unos momentos, los labios especialmente apretados mientras ella veía a Sirius rígidamente, viéndose como si quisiera transfigurarlo en una rana y mantenerlo de esa forma. Estaba vestida casi ostentosamente en un pijama tartán.

━━¿Qué necesita a esta obscena hora, Señor Black? ━━preguntó mordazmente. Su porte se suavizó momentáneamente cuando sus ojos vieron las manos de Sirius, temblando tan incontrolablemente que las metió en sus bolsillos━━. ¿Pasó algo?

Lentamente, Minerva McGongall unió los fragmentos fabricados de una narrativa sesgada. Al fin, pensó, Sirius Black finalmente descubrió el secreto de Remus.

━━No debes decirle a nadie ━━sus ojos ya no estaban impacientes. Tenían una firma nota de urgencia, mientras miraba al joven Black━━. Si crees que realmente no puedes vivir con el Señor Lupin, haré los arreglos. Pero no debes poner en peligro su educación de ninguna forma. ¿Me entiendes?

━━No ━━jadeó Sirius, arañando su pecho. Sus respiraciones eran rápidas e incómodas━━. No, ya lo sabía. Pero ahora, Snape... está— está ahí.

Minerva McGonagall instantáneamente se puso alerta. En un chasquido, su túnica se pusieron cómodamente sobre sus hombros estrechos, su mano firmemente lista.

━━Muéstrame ━━dijo, presionándolo━━. Rápido.

Mientras corrían por los pasillos, Sirius sintió sollozos pasando por su pecho, como las garras afiladas de Remus, rompiendo sus tendones, costillas, desinflando sus pulmones como globos de helio. Un dolor sordo comenzó a expandirse en su pecho.

Su corazón, roto en pedazos sangrientos, se redujo a nada más que a una pila de tejidos que una vez conformaron algo grande. Sirius Black era un viejo florero, hecho de porcelana vieja y esmaltado a la perfección antes de su ruptura inevitable, dejando nada menos que los restos de lo que pudo haber pasado.

Eso era él en pocas palabras, ¿no es así?

Un cobarde puesto delicadamente en las manos de la magnificencia, fallando en todo y con todo. Brilló con fuerza, hermoso, hasta que la estrella se volvió una supernova, llevándose a todos con él.

Y lo peor de todo, le gustaba aferrarse a la gente contra su tacto pecho hambriento, acicalarse y preocuparse y acariciar hasta que no supieran que estaban cayendo por él.

¿Pero cómo podían saber ellos, si él tampoco sabía?

Hasta que ambos cayeron por un abismo infinito de la autodestrucción. Y trataron de salvarlo, jalarlo en contra de la fuerza de la gravedad. Pero no había salvación para Sirius Black.

Sirius pensó en la primera vez en la que Remus leyó Inferno de Dante. Lo odió, por supuesto ( pero también lo amó ), 320 páginas sobre el infierno y la condenación eterna, pagando el arrepentimiento por tus pecados con cada fuerte de tus acciones pecaminosas. El hombre avaro sería nadie, el hombre violento sería sujeto a su propia violencia.

Bueno, se había reído Remus, amargamente, supongo que pasaré el resto de mi eternidad moribunda arañado por un hombre lobo. Y Sirius se había reído irónicamente, una tristeza floreciendo en la base de sus pulmones, cada exilada una liberación de licitación de simpatía melancólica.

𝐭𝐡𝐞 𝐝𝐨𝐰𝐧𝐬𝐢𝐝𝐞𝐬 𝐨𝐟 𝐢𝐫𝐫𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭𝐢𝐛𝐥𝐞, james potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora