Amelia Potter solo quería olvidarse de sus problemas.
Mattheo Riddle quería desaparecer.
Unas almas rotas se encontraron y desde ahí no supieron alejarse.
-Todo lo que esta en mis manos los destruyó Pelirroja.
-Entonces me encargaré de controlar es...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Estábamos yendo al gran comedor, hasta que hubo más bullicio qué de costumbre.
De seguro Zabini se entera y nos cuenta, como siempre.
Entramos al comedor y vi a una pelirroja leyendo, me acerque y le quite su libro.
—¿Qué? —pregunto confusa, hasta que se levantó de la silla—. Mattheo
—¿Mattheo? Así a secas? —levanté mi brazo—. "Ni un buen día mi amor" "¿Cómo ameciste mi amor" ¿nada?
—Buenos días amor mio —habló entre risas—. ¿me regresas mi libro?
—Mmm no. ¿Qué me das a cambio?
—¿Qué quieres?
—Sabes bien lo que quiero, preciosa —dije en tono coqueto—.
No había recibo mi beso de los buenos días. Y eso era lo que quería.
—Si ya se, pero igual necesito que te agaches al menos un poco —respondió—.
—Vale.
Me agache un poco y por fin. Gracias a Salazar tuve mi lindo y bello beso de buenos días.
La tome de la cintura, acercandola más a mi y por mi desgracia siempre bajo la guardia con ella, así que ese le bastó para tener su libro de regreso.
—Eso es hacer trampa.
—Claro que no, solo uso tus trucos en tu contra, mi amor.
Los demás se rieron, eso era verdad.
—Ajá. Soy el príncipe de Slytherin y tu eres mía, pelirroja.
—Eso lo se, por eso me es fácil —se sentó a lado de Astoria—. Seguir tus trucos.
—¡Esa es mi amiga! —Greengrass le hizo barra—.
—El encanto de mujeres —habló Theo—. ¿Qué se le puede hacer?
—Ni yo lo sé.
Estuvimos desayunando tranquilamente hasta que las puertas del gran comedor se abrieron por completo, dando el paso para que un viejo amigo regresará a nuestro grupo.
