Amelia Potter solo quería olvidarse de sus problemas.
Mattheo Riddle quería desaparecer.
Unas almas rotas se encontraron y desde ahí no supieron alejarse.
-Todo lo que esta en mis manos los destruyó Pelirroja.
-Entonces me encargaré de controlar es...
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Como era de esperarse me recupere pronto, así que ahora estaba con Astoria y los demás viendo la última prueba.
Dumbledore explico las reglas y los cuatro participantes habían entrado al laberinto. No había soñado con mi supuesta Tía, aún tenía la duda de quien era ella y porque ni Harry ni yo sabíamos de su existencia.
No estaba segura de que el supiera que teníamos otro familiar.
Decidí no pensar tanto en eso y seguí comiendo un rana de chocolate que Mattheo me había comprado. Últimamente me estaba consintiendo más de lo que yo quería admitir, pero no me disgustaba para nada.
Mattheo ahora tenía un lugar en mi corazón y me sentía segura sus brazos.
—¿Mattheo?
—¿Mmm? ¿Qué pasa? ¿Tienes frío? ¿Te sientes mal?
—No es eso. Debes dejar de preocuparte tanto, sólo quería decir que ya regreso.
—Vale, pero no te demores ¿si? —deposito un beso en mi frente—.
—Lo que digas Mattheo.
No se como pero logre bajar de ahí y como soy Amelia Potter, si hay peligro, ahí voy a estar yo.
Todo se volvió negro y me sentí algo mariada. Hasta que abrí mis ojos y vi el cuerpo de Diggory por mis pies.
Me hice para atrás, no sabía donde estaba pero sentí como algo me había atrapado. Y vi a mi hermano al frente de mí.
—Amelia debiste quedarte dónde estabas...
—Liliana —dijo un hombre bajo—. Yo no quería matarte, lo juro.
—No-No soy Liliana... Soy Amelia.
—Es una pena que no seas mi Liliana —repitió aquel hombre—. Yo no quería traicionar a James, el era mi amigo y tampoco quería matar a su hermana Liliana.... Perdoname.
—¡Colagusano! ¡Aparte de mi hermana!
Escuche el grito de Harry y sentí como aquel hombre rasguñaba mi brazo. Dolía, dolía mucho.
Se apartó de mi y repitió un hechizo.. Hasta que entendí porque estaba ahí con mi hermano. Lord Voldemort había regresado. Estaba frente de mí.
—Levanta el brazo —dijo y el otro hombre obedeció—.
Y apareció una nube negra, de esa cosa salieron varios tipos con máscara.
—Bienvenidos amigos —continuó hablando—. Han pasado 14 años y aún así, aquí están frente a mi, como si todo hubiera sido ayer. Me siento muy decepcionado ¡sólo mis hijos! Me encontraron junto con Colagusano —miro a otro tipo—. Ni siquiera tu Lucius.
