Dia 4: Conclusión Emilia Le blanc

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Te voy a ser sincera, niña. Me hubiera gustado mucho que tuvieras una vida normal, verte crecer y enseñarte todo lo que sé. Reconozco que no soy una buena persona y estoy lejos de poder serlo, pero amé con todo mi ser a mi hijo. Sé que ella también lo hubiera amado y que entre ambas le hubiéramos podido dar la mejor de las vidas. Pero el poder es mi mayor debilidad.

Preferí esta vida antes de darle a tu padre una vida normal en la que pudiera crecer para ser feliz y así evitar que se alejara de mí. He sacrificado mucho por mantenerme en esta posición, por asegurarme de que nada ni nadie se interponga en mi camino. Pero ahora, viendo la situación actual, me cuestiono todos los pasos que he dado, todas las decisiones que he tomado.

En mi vida, el término "normal" es algo que nunca existió. Y siendo sincera, creo que si ella hubiera sabido la verdad, me habría repudiado aún más de lo que ya lo hacía. Sin embargo, ella fue mi primer amor, la única persona que, a pesar de los siglos que viví sin sentir nada, logró hacerme sentir que estar con ella lo valía todo.

Perderla me sumió en el caos. Tú no conoces la verdadera historia de su muerte, pero sus propios devotos fueron quienes la mataron. Ella anhelaba con todo su ser la paz y el equilibrio en nuestro mundo, pero ciertas personas dentro del alto mando Lunari se opusieron a esto y conspiraron en su contra para acabar con su vida.

Ella y yo teníamos tantos planes, tantas visiones de un futuro que se extendía a lo largo de la eternidad. Planeábamos vivir juntas, a su lado y al lado de nuestros hijos, hasta que llegara el momento en que la muerte nos reclamara. Eran sueños tejidos con metas y planes que tuve que abandonar, todo por culpa de aquellos que supuestamente debían protegerla.

Por eso, me encargué de exterminarlos. No podía soportar la idea de que existiera siquiera un solo traidor de sangre Lunari en este universo. Durante siglos, los perseguí como a cucarachas, me aseguré de sembrar un odio irracional hacia ellos en el corazón de todos los Solaris. Y ellos, a su vez, continuaron esparciendo ese veneno, hasta que finalmente llegó a ti.

Es una cadena de odio y venganza que he alimentado con mi propia sed de justicia. Cada traición, cada pérdida, avivó las llamas de mi furia y me impulsó a buscar la destrucción de aquellos que se atrevieron a arrebatarle la vida a la que amaba.

Pero ahora, al mirar atrás, me pregunto si alguna vez valió la pena. ¿Fue necesario sacrificar tanto, renunciar a nuestra felicidad y nuestras esperanzas por el bien de una causa justa? O simplemente me sumergí en la espiral de la venganza, cegada por el dolor y la rabia, sin detenerme a pensar en las verdaderas consecuencias de mis actos.

No tenía ni siquiera en mis pensamientos la idea de que algo así pudiera suceder. Todo ocurrió de una manera tan repentina y vertiginosa que apenas pude procesarlo: la tecnología había avanzado tanto que, con una simple muestra de ADN, pudieron replicar su código genético. De repente, el sueño de tener un hijo con ella se volvió una realidad palpable, y así fue como Tay llegó a mi vida. La idea hecha realidad era todo lo que necesitaba en aquel momento. Sin embargo, meses después de su nacimiento, me encontré enfrentando una realidad mucho más dura de lo que imaginaba.

Mis enemigos se multiplicaban a mi alrededor; en mi propia nación, más de la mitad de la población deseaba mi muerte. Había sacrificado a los hijos de otros en el fragor de mis batallas durante todo ese tiempo, y sabía que, tarde o temprano, alguien relacionaría a Tay conmigo y buscaría venganza. Por esa razón, tomé una decisión que aún me atormenta: reintegrarlo a la vida en Noxus como un huérfano más del montón. Le oculté la verdad sobre su origen, haciéndome pasar por su benefactora y no revelándole que era su madre.

Mi niño, en poco tiempo, demostró el talento que heredó tanto de Kuu como de mí. Ver los ojos de su madre en su mirada me llenaba de una alegría indescriptible. Me recordaba que él nunca fue un error, sino una bendición, lo único que me hacía sentir viva de nuevo. Sin embargo, el verdadero error que cometí fue dejarlo en Noxus, expuesto a un destino incierto y a las sombras del pasado que siempre acechaban.

Debí haber actuado de manera diferente desde el principio. Debí haber sido más consciente de las consecuencias de mis decisiones, de cómo afectarían a las personas que más amo. Pero fui cegada por mi egoísmo, por mi sed de poder y control. No pensé en las vidas que estaba alterando, en las posibilidades que estaba arrebatando.

Ahora, al mirarte, al ver el resultado de mis acciones, el peso de la culpa me aplasta. Me atormenta cada día, cada noche, recordando los errores que cometí, las oportunidades que dejé pasar. Si tan solo hubiera sido más comprensiva, más considerada, quizás las cosas serían distintas. Quizás tú no tendrías que cargar con el peso de mi pasado.

Te veo y veo a mi hijo, a mi amor perdido, a todas las vidas que he afectado con mis decisiones egoístas. Si pudiera retroceder en el tiempo, si pudiera cambiarlo todo, lo haría sin dudarlo. Pero sé que el pasado no se puede cambiar, que las acciones tienen consecuencias irreversibles.

Por eso, te ruego que me perdones, que entiendas que todo lo que hice fue por amor, por deseo de protegerte, aunque mis métodos hayan sido erróneos. No hay día en que no me arrepienta de mis elecciones, de los caminos que tomé, de las vidas que cambié para siempre.

Prometo que en la próxima vida, si hay una oportunidad, si tengo el privilegio de estar a tu lado de nuevo, haré todo lo posible para darte la felicidad y la paz que mereces. Te lo juro, será un honor llamarte mi nieta Diana.

Nuestro futuro LeonaxDianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora