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Habían pasado un total de 4 años desde aquel suceso que cambió sus vidas para siempre. No le agradaba mirar atrás y recordar todo lo negativo de sus vidas; el presente era lo único que importaba y se enfocaba en agradecer a Dios por el cambio en su esposa.

Viajes a la playa, salidas familiares, citas en pareja, detalles y cientos de recuerdos que jamás iban a olvidar. Esta era la vida que siempre había anhelado con su esposa.

Este día era el más importante para ambas en el año. Naran había completado 7 años de vida, los cuales habían celebrado con todo, pero hoy era la segunda celebración.

Aphelios, Alune, Diana, Tay, Kespina, Lasur e incluso Melia habían planeado un viaje para poder celebrar a la pequeña niña. Sus suegros, padre y cuñados se habían hospedado en su casa. Su madre, quien siempre se había mostrado negativa a incluirse en su vida, había aceptado la invitación, pero ella decidió hospedarse en la ciudad. Por ello, había tenido que viajar por ella hasta el aeropuerto para llevarla a su hogar y que estuviera presente en esa pequeña fiesta.

Melia no era exactamente una mala madre. Antes de salir del closet, podría decir que tenía a la mejor madre del universo, pero el problema de algunos padres es esperar de sus hijos algo que no van a poder tener.

Su madre bajó del avión con una maleta sencilla, y aunque solo se había limitado a saludar de mano, Leona respetaba eso, sabía que los cambios comienzan con pequeñas acciones.

Durante el camino a casa, su madre se limitó a realizar pequeñas preguntas, como:

- ¿Qué tal está Respina?

Su hermana y madre habían roto sus lazos hace mucho, pero esa pregunta valía millones.

- Excelente - respondió Leona-. Ella y yo dejamos de trabajar hace 2 años. Cuando se graduó, el padre de Diana la ayudó a entrar a trabajar con la doctora Callas en su farmacéutica, y le va bastante bien. Tiene unos 3 meses viviendo conmigo y Diana. El edificio donde vivía está siendo remodelado y, para evitarle una doble mudanza, Diana la invitó a nuestra casa.

- ¿Tu casa es muy grande? - Leona notó la indiferencia en el tono de su madre.

- Bastante. Limpiarla es un enorme dolor de cabeza.

- Es de tu pareja, ¿no? - Lógicamente, no le iba a decir "esposa".

- Sí, sus padres nos la regalaron cuando Diana sentó cabeza - Con esa frase, su mamá sintió intriga.

- ¿Diana era muy inquieta? - Leona sabía que su madre respetaba a Diana como profesionista, como persona, no tanto.

- Los padres de Diana tenían miedo de que su hija jamás sentara cabeza por dedicarse únicamente a la ciencia. Ella era una rata de laboratorio que solo vivía para sus investigaciones, y Diana y Tay tenían miedo de que ella solo se dedicara a la ciencia.

- ¿Qué tiene de malo eso? - Su madre tenía cara de sorpresa-. Ella va a trascender en la historia. Diana tiene excelentes ensayos y sus investigaciones para la clonación forestal están cambiando al mundo, y solo tiene 33 años. ¿Hasta dónde hubiera llegado esa mente sin familia?

- No lo sé - De pronto, la investigación real de Diana vino a su mente-. Diana es la persona más inteligente que conozco. Ella ha hecho demasiado siendo madre, pero, si te soy sincera, mi esposa apenas tiene 4 años dedicándose a nosotras.

- ¿En serio? - Su madre preguntó curiosa-. ¿Por qué nunca me lo dijiste?

- Bueno... - Un nudo en la garganta de Leona se había formado-. Siempre hablo de estos temas con Respina o papá. No es fácil hablar contigo.

Nuestro futuro LeonaxDianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora