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Kespina escribía a toda velocidad en su computadora. El día de hoy era cuando tenía más tiempo para organizar la agenda de su hermana y resolver cualquier pendiente que surgiera durante la semana. Los martes, Leona no se presentaba a la clínica, por lo que no había nadie que la entretuviera en su trabajo, o al menos eso creía.

Mientras ella seguía escribiendo, observó cómo la perilla del consultorio se movía, así que se quitó los audífonos para atender a quien estaba por cruzar la puerta, y entonces vio a su hermana. La palabra "devastada" se quedaba corta para describir el estado de Leona. Tenía unas enormes ojeras, su cara estaba casi en los huesos y el cansancio físico era evidente.

- ¿Nunca saliste de guardia o por qué vienes así? - Leona enderezó su mirada, saludándola con la mano.

- Vengo huyendo de mi casa - Respondió Leona mientras se acercaba a la camilla del consultorio y se desplomaba en ella.

- ¿Volvió a suceder algo con Diana? - La vez pasada que su hermana y cuñada habían discutido y separado, fue Kespina quien recibió a su hermana y sobrina.

Kespina experimentó una mezcla de preocupación y desconcierto al encontrarse con su hermana y sobrina en ese estado desgastado y sin una explicación clara sobre lo que había sucedido. La preocupación se reflejaba en sus ojos mientras observaba a Leona, quien parecía haber sido arrastrada por una marea de malos momentos. La falta de explicación añadía un velo de confusión a la escena, dejando a Kespina sin un punto de referencia claro sobre cómo proceder.

La falta de información la dejaba en la oscuridad, incapaz de ofrecer el apoyo que deseaba brindar. La incertidumbre la envolvía, alimentando sus propias preocupaciones y temores sobre lo que podría haber causado la angustia de Leona y cómo podría ayudarla en ese momento de necesidad.

-Si- Kespina respiro profunda esperando escuchar lo peor- Estoy casada con una adolescente en celo que no puede calmar sus hormonas.

El rostro de preocupación de Kespina pasó por mil emociones con esa respuesta. El miedo dio paso a la confusión, luego al desagrado y, finalmente, a burlarse de su hermana.

- Dios santo, Leona - Kespina rió con todas sus fuerzas. - ¿Me estás diciendo que viniste a la oficina solo para descansar del sexo salvaje que has tenido con tu esposa?

- Sí - la voz de Leona mostraba su agotamiento, lo que aumentaba las risas de Kespina.

-Supongo que debieron de ser muy buenos polvos- Kespina reia- No cualquiera viene con tu cara después de una larga jornada de sexo.

-Ay cállate por favor- Dijo Leona lanzándole su almohada- Dejame dormir un poco y pásame mi almohada.

Kespina se sentía feliz por esto, aunque era información que no quería saber acerca de la vida de su hermana podría decir que disfrutaba saber que ahora los problemas de su hermana le causaban gracia no preocupación.

Después de unas 6 horas Kespina había terminado su turno por ello fue y despertó a su hermana para notificarle su salida.

-Oye bella durmiente despierta- Leona abrió sus ojos mostrando un rostro mejor a comparación del que tenía cuando llego.

-Ya te vas? - Leona se levantó y comenzó a estirar sus brazos.

-Si, ya son las 4- Leona abrió sus ojos sorprendida

-Mierda ¿Cuánto dormí?

-6 horas- Con su respuesta Leona se puso de pie con un solo brinco y se dispuso a recoger sus cosas- ¿En qué llegaste?

- Taxi- Respondió Leona metiendo papeles a su mochila.

- ¿Quieres que te lleve?

- Por favor- Dijo Leona feliz- Te doy lo de la gasolina, pero no puedo durar ni un minuto más aquí.

Nuestro futuro LeonaxDianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora