Dia 4: El inicio del fin parte 1

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Aphelios ya no sentía ningún dolor. Se miró en el espejo, y nadie habría imaginado que apenas unas horas antes su rostro estaba marcado por las huellas de innumerables golpes.

-Tu cara de niño bonito sigue intacta - Senna lo acariciaba con ternura mientras él le devolvía la sonrisa, la felicidad regresando a sus ojos. - Aphelios, deberías volver al campo. Es un verdadero horror ser el soporte de tantos inútiles.

-Tu esposo debe de opinar lo contrario - Ambos rieron, cómplices en medio de la camaradería. Mientras Senna lavaba sus manos, Aphelios reflexionaba sobre las batallas que habían librado.

-Lucian y yo rara vez tenemos oportunidad de estar juntos en misión, pero ¿te puedo contar un secreto? - Phel asintió, intrigado, mientras Senna se acercaba a su oído. - Tus estadísticas marcan más daño que las de Lucian.

-Vaya, entonces sí soy mejor que él - Aphelios bromeó, pero sus ojos brillaban con orgullo. Senna tomó un poco de hielo y lo deslizó suavemente por el rostro de Aphelios, quien protestó de manera juguetona.

-Sin esa mierda que tomas, eres el doble de llorón - Senna retiró el hielo, dejando al chico en paz.

-Le doy gracias a mi diosa por no haberlo bebido. ¿Sabes? El efecto terminó justo anoche. Quedé con Alune de no beberlo para descansar estos días de los efectos y ella estuvo de acuerdo - Aphelios apretó su mano, frustrado. - Si hubiera tenido a mi hermana y mi arsenal conmigo, ese idiota sí hubiera terminado muerto.

La sala de descanso estaba llena de risas y complicidad, pero en los ojos de Aphelios se reflejaba una determinación intensa. La conexión con Alune, su hermana y confidente, era su fuerza y, en ese momento, el impulso de demostrar su valía y poder se hacia presente. La noche estaba cayendo, pero la chispa de la batalla aún ardía en sus almas.

- Por algo suceden las cosas - Senna volvió a sentarse al lado de Aphelios, buscando una charla más amena. - Sé que esto no escaló porque fue una Crownguard la que realizó el ataque. Si los Targoneanos hubieran querido hacer algo en contra de Lux, se hubieran enfrentado a todo Demacia. Tianna, aunque sea dura y aparente ser insensible, ama a su sobrina más que a nada en este mundo.

- Eso parece - Aphelios asintió, reflexivo. La puerta se abrió de golpe, dejando que Diana entrara.

- ¡Aphelios! - El aspecto de la luna utilizó uno de sus saltos para quedar pegada a su amigo. - Pensé que ese idiota te había dejado casi muerto.

Diana lloraba en el hombro de Phel mientras este la acariciaba. - Naa, tú sabes que soy muy fuerte, tengo tu bendición - el chico respondió al abrazo de su diosa, feliz de sentir su tacto. - Debiste de ver cómo quedó él, Lux lo dejó como pollo rostizado.

- ¿Cómo está Lux? - Diana enderezó su agarre para buscar a la chica con la mirada.

- Está dormida en su habitación - respondió Senna. - Le di un calmante a ella y a su novia para que pudieran dormir tranquilamente.

- Toda mi vida voy a estar agradecida con esa chica. Han sido tantos aciertos en tan poco tiempo que incluso me hace creer que todos llevan un poco de bondad en su corazón - Leona, Riven e Irelia entraron a la casa mientras Diana terminaba su discurso.

- Debo decir que, en efecto, eres mucho más rápida que una camioneta con esos saltos tuyos - Riven dijo mientras caminaba para abrazar a su amigo. - ¿Cómo está el chico más guapo del campo de guerra?

- Le diré a tu manco que me estás coqueteando - ambos comenzaron a reír, fusionándose en un abrazo. - Mejor, Senna es la mejor. Mis heridas ya no son visibles, pero mentiría si dijera que dejaron de doler.

Nuestro futuro LeonaxDianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora