❝ Summer(u) Rain❞

❥ CHAPTER 5 ᰔᩚ

A veces odiaba que Tighnari tuviera razón.

Kaveh corría tan rápido como sus piernas lo permitían. Deseaba haber aprendido a usar un arma para defenderse, eso sin duda le habría salvado de muchas horribles situaciones. Si la vida le hubiese respondido con una visión quizá las cosas serían más fáciles.

No era la primera vez que intentaban asaltarlo, las otras veces no le tomó demasiada importancia, siempre se aseguró de nunca llevar mucho dinero encima. Esta vez era diferente. Apretaba la bolsa donde estaba su daguerrotipo. No podía dejarse atrapar. No podía perderlo, era su única fuente de ingresos y algo muy importante en su vida.

Tenía ganas de llorar. ¿Dónde estaban los guardias cuando más se necesitaban? No los culpaba, no del todo, ya era bastante tarde y él estaba regresando del Caravasar rivat cuando fue interceptado.

Necesitaba ayuda.

No supo de dónde saco más fuerzas para correr hasta la casa de alguien que conocía, dejando a los ladrones un poco atrás.

Cree que se ve patético yendo a casa del gran sabio intendente. Intenta no pensar en él como "ex-novio".

— ¡Alhaitham! — Sus puños cerrados golpearon con fuerza la puerta. Su daguerrotipo era mucho más importante que su orgullo y dignidad en ese momento — ¡Ayúdame, por favor! — Se sentía al borde de la desesperación.

"¡Allá está!"

Todo su cuerpo tembló, golpeó con más fuerza, esperaba poder llamar la atención de sus vecinos aun que sea, pero la ciudad se veía tan sola que pensaba que todos lo habían abandonado ahí.

— ¡ALHAITHAM! — Volvió a llamar en un grito suplicante y desesperado, no hubo señales de nada. ¿Estaba dormido? ¿Lo habrá escuchado? ¿Lo habrá ignorado? Al final de cuentas, merecía que el mayor lo tratase así.
Él lo había ignorado por completo.

Ya no podía esperar. Comenzó a correr de nuevo cuesta arriba, tal vez si tenía suerte podría encontrarse un guardia cerca de la Akademiya, intentar llegar a casa no era opción ahora. Cerró los ojos, si tan solo él estuviera en Sumeru, rezó por ayuda, fue su error.

Sintió su cuerpo caer cuando sus pisadas le hicieron una mala jugada y su pie se torció, no sabe como logró girar su cuerpo y evitar caer sobre su equipo de trabajo, el golpe contra el suelo lo sofocó un poco. Era su derrota. Los eremitas al fin lo habían alcanzado, pudo sentir unas lágrimas escurrir por sus mejillas y apretó el bolso contra su pecho.

— Te tenemos, niño bonito.

Soltó un jadeo de horror cuando observó al hombre levantar una espada. Se supone que él no debía morir así...

Fue cuestión de un segundo.

Una espada envuelta en dendro salió disparada hasta los eremitas y de repente ya no pudo verlos, una figura se había puesto en medio de ellos, para su mala/ buena suerte, reconocería esa silueta en cualquier lado. Sabía que Alhaitham había sido bendecido por los dioses con una visión dendro pero jamás había presenciado el poder que está le otorgaba. La luz verde tan brillante que emanaba lo dejó hipnotizado, pues ahora Alhaitham era aquella luz que cortaba, como cuchillos, con rápidez y elegancia. Era corte tras corte, los eremitas gritaron y cayeron rendidos al piso.

Por un segundo sintió la necesidad de sacar su cámara y capturar el momento.

La luz dejó de brillar y ahora el mayor se encontraba arrodillado a su lado, su rostro estaba envuelto en seriedad, pero los ojos no mienten, pudo notar que estaban llenos de preocupación.

— ¿Estás bien? — Como palabras mágicas de un hechizo especial, los guardias aparecieron, los vecinos salieron y la ciudad se iluminó, pero lo único que Kaveh podía mirar era aquel par de orbes brillantes.