Capítulo 11. El andén 9 y ¾

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*Nuevo capítulo*

Tom se miró frente al espejo mientras se vestía con el uniforme de la escuela, le daba igual ir vestido como un mago por las calles muggles de Londres. Tenía un aspecto lamentable a causa de lo hinchada y amoratada que tenía la nariz, por no hablar de un rasguño que tenía en la mejilla izquierda. La belleza que le caracterizaba se había esfumado.

Sacudió la cabeza, tratando de no pensar en ello, y se abotonó la camisa. Se colocó la corbata y trató de anudarla, pero no tenía ni idea de cómo se ponía aquella cosa, así que terminó desistiendo y dejándola abierta. Luego se colocó la túnica y miró hacia su baúl.

Echó una última mirada a la habitación en la que había vivido once años de su vida. Lo cierto era que no iba a echar de menos nada eso. Salió por la puerta con el baúl a cuestas, mientras las puertas de sus compañeros se abrían y estos se asomaban para asegurarse de que realmente ese niño extraño abandonaba las instalaciones.

Vio a Billy, Amy y Dennis entre ellos, y le divirtió no ser el único que tenía marcas en la cara. Parecía que el cuervo había hecho un buen trabajo.

Esperó en la parada del tranvía a que este llegase y soportó las miradas de desconcierto de los que le rodeaban, que no entendían su forma de vestir. Él no estaba interesado en los demás, tan sólo una cosa llenaba su mente y esta era volver a ver a Lily, incluso la nueva vida que le esperaba siendo un mago. Ya había estado leyendo alguno de los libros que había comprado en el callejón Diagon, y de camino a la estación de King Cross se entretuvo leyendo uno sobre Herbología. Le parecía fascinante que existiese una planta que parecía un bebé e incluso lloraba.

Se bajó horas más tarde y se adentró entre todas las personas que se encontraban en la estación. Se metió entre ellas y en seguida vislumbró a un chico que era como él. Llevaba una larga túnica como la suya y un baúl. El chico tenía el cabello oscuro y ojos negros, las facciones muy finas y se notaba a la legua que su familia tenía dinero.

Sus padres le animaron antes de que él caminase con decisión entre el andén nueva y diez. Tom pensó que chocaría y se daría de bruces contra la pared, pero sorprendentemente lo atravesó.

Se frotó los ojos una y otra vez, tratando de cerciorarse si lo que acababa de ver había pasado de verdad o si tan sólo lo había imaginado. Pero volvió a ser testigo de la magia en cuanto sus padres también lo atravesaron.

Arrastró el baúl con dificultad y se acercó a la pared, mirando a su alrededor. Nadie le prestaba atención, era como si la ajetreada vida de los londinenses impidiese que viesen la verdad sobre el mundo que los rodeaba.

Sonrió y llevó la mano hasta ella maravillándose cuando esta la atravesó. Una sonrisa pilla inundó sus labios antes de dar un paso hacia la pared y cruzarla. En seguida llegó al andén denominado con un letrero que decía 9 y ¾.

El tren con destino a Hogwarts dejaba escapar vapor desde la cabina mientras los estudiantes se subían más que listos de emprender el viaje. Los padres se despedían de sus hijos y todo era un revuelo que a Tom le divirtió bastante.

Entonces recordó a Lily. Probablemente ella se encontraría muy cerca, así que la buscó en el andén y más tarde en cada vagón del tren, pero se desanimó al no hallarla. Eso hizo que se preguntase si ella realmente iría a Hogwarts. Recordaba la carta. Ella le dijo que se encontrarían allí. Eso quería decir que ... quizás tenía otro medio de transporte en el que ir directamente al colegio. Se tranquilizó al pensar en ello y subió su baúl al compartimento de las maletas, luego se sentó y miró por la ventanilla.

El tren llamó con la bocina a los últimos pasajeros, pues de un momento a otro partiría hacia lo desconocido.

La puerta del vagón se abrió y ese chico estirado que había visto antes en el andén se sorprendió de encontrarlo lleno.

–Perdona, no sabía que estaba ocupado – el niño se marchó antes de que Tom hubiese si quiera abierto la boca.

En aquel momento no lo sabía, pero más tarde, ese chico se convertiría en uno de sus mejores amigos. Aunque... lo cierto es que, ninguno de sus compañeros sería nunca comparable con Lily.

Tom aprendería desde muy joven a diferenciar entre la amistad por interés y aquella que es sincera. Pero ... no adelantamos acontecimientos y volvamos a ese día.

El joven se acomodó y se tranquilizó tan pronto como el tren emprendió la marcha. Luego sacó del bolsillo de su túnica el libro de plantas mágicas y siguió leyéndolo. Parecía haber todo tipo de remedios mágicos para curar casi cualquier dolencia.

El lugar al que se dirigían estaba tan lejos que el tren tardó un día entero en atravesar el territorio y llegar al bonito pueblo de Hosgmeade.

Tom escuchaba a sus compañeros hablar sobre el pueblo mientras bajaban del tren. Era uno de las pocas ciudades en la que sólo vivían magos. Y no estaba lejos de Hogwarts.

–Los de primer año – llamó una voz ronca entre la multitud. Se trataba de un hombre de cabello oscuro con grandes gafas redondas, ojos azules y que se parecía demasiado a alguien que Tom ya conocía. Eso llamó su atención. No era otro más que Alberforth Dumblendore que estaba haciendo un favor a su hermano después de que el antiguo guardabosques hubiese fallecido. – Los de primer año, por aquí, por favor. – Sostenía sobre la mano un farolillo con el que alumbrar el camino.

Tom caminó hacia él, con su baúl a cuestas y a medida que se adentraba entre la multitud se iba dando cuenta de que no había duda alguna de que ese hombre era el hermano del profesor Dumblendore. Entonces recordó lo que ella le dijo en la tienda de varitas. El profesor Dumblendore era su tío, por lo que probablemente ese hombre... sería su padre.

–Podéis ir dejando vuestros baúles aquí – señaló hacia un lugar donde ya había algunos y Tom no se lo pensó demasiado. Dejó el suyo y se preparó para entablar conversación con él, entonces una voz lo distrajo.

–¿Tom? – Ladeó la cabeza en cuanto la reconoció. Era Lily. Y una sonrisa entusiasta apareció en sus labios. Al final la había encontrado. – ¿Qué te ha pasado en la cara? ¡Estás horrible! – Su actitud le hizo reír, mientras su padre se sorprendía de que su hija conociese a otro niño que además era mago.

El hombre carraspeó pues no le gustaba nada la forma en la que él la miraba, ese interés insano que estaba despertando frente a su pequeña, a tan corta edad.

–Veamos si estamos todos – Sacó una lista de su bolsillo y empezó a nombrar a los distintos alumnos, hasta que se detuvo cuando el chico admitió ser Tom Riddle. No iba a olvidar ese nombre, y le pediría a su hermano que lo mantuviese vigilado. – Bien, parece que estamos todos. Nos vamos.

El grupo emprendió la marcha hacia lo desconocido, siendo encabezado por el padre de Lily. Y mientras se adentraban por el bosque, la conversación de aquellos dos niños empezaba.

–¿Recibiste mi carta? – quiso saber ella. – Espero que Black no te causase problemas.

–La recibí – aceptó. Ella asintió.

–Asegúrate de contestar la próxima vez. – Regañó, haciéndole sonreír al darse cuenta de que ella quería saber de él. – ¿Cómo te ha ido en estos años?

–No ha ido tan mal, incluso aprendí a defenderme usando la magia.

–Cualquiera lo diría al ver tu rostro.

–¿Esto? – se señaló hacia la cara. – Esto es porque tu tío dijo que si la usaba contra los muggles sería expulsado del colegio. Pero Black me salvó la vida otra vez.

El grupo se detuvo junto al embarcadero y vislumbró un montón de barcas que llevaban farolillos colgados para alumbrarlas.

–No más de seis por barca.

Cada uno de los estudiantes se apresuraron para abordarlas. Tom trató de subirse en la de Lily, pero en seguida su padre los separó, por lo que tuvo que hacerlo en otra en la que iban chicos que trataron de sacarle conversación, pero él estaba demasiado distraído por la forma en la que las barcas se movían solas como si supiesen perfectamente cuál era su destino.

Atravesaron el gran lago negro para llegar al otro lado, al embarcadero del castillo, y a medida que se acercaban iban maravillándose con la majestuosidad del castillo. Ese sería el nuevo hogar de Tom y Lily, además del de todos aquellos que los acompañaban.


Tom Riddle y la Chica que Fue Borrada (FanFic) |1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora